Ser feliz es la mejor receta de belleza. Nada sienta tan bien como una mirada brillante, una sonrisa y una buena dosis de paz interior. El estrés es uno de los mayores enemigos del bienestar de la piel. Tanto, que le añade cinco años al cutis. La tensión y los problemas provocan una auténtica avalancha de radicales libres y además generan sustancias naturales que irritan y, por tanto, dañan la piel. El estrés nunca viene solo. Suele acudir acompañado de pautas de comportamiento que no hacen más que empeorar el problema, como el tabaquismo, un mayor consumo de alcohol o la falta de sueño. Encontrar sistemas para burlar el estrés y ganarle la partida hace mucho más que beneficiar a la piel: es una auténtica cura de salud para cuerpo y alma.
Respire profundamente. ¿Siente que va a estallar? Haga una pausa. Cuente hasta diez. Y hágalo respirando lenta, pausada y profundamente. Inspire por la nariz y espire por la boca hasta sentir que vacía los pulmones por completo. Este ejercicio tan sencillo le ayudará a recuperar la calma de forma inmediata.
Practique deporte de forma moderada y regular. Hacer ejercicio no conlleva más que beneficios, y en lo que al estrés y la belleza se refiere, libera tensiones y mejora la calidad del sueño. Recuerde que estar en forma no está ligado exclusivamente al gimnasio: no descarte ir a clases de baile o salir a caminar a buen paso.
Conceda un descanso a la mente. La acumulación de estímulos puede dejarnos agotados, intelectualmente vacíos. Es vital tomarse un tiempo a diario para recargar las baterías, practicando quizás ejercicios como la relajación o la meditación. Técnicas orientales como el yoga o el tai chi han demostrado su extraordinaria eficacia para poner en forma cuerpo y mente a cualquier edad.