Lo que hace Olivia Palermo para no volver de las vacaciones con más kilos
La empresaria pone en práctica un truco ideal con el que subir a la báscula sin miedo después del verano
El verano es sinónimo de vacaciones, de mejor tiempo para disfrutarlo en una terraza, de fiestas en la playa y de bodas, es decir, de multitud de planes con los que dejarse llevar por excesos de todo tipo. En el caso de una persona con la agenda de Olivia Palermo, este tipo de eventos se suceden uno tras otro a lo largo de todo el año por lo que ya tiene un plan perfectamente diseñado para evitar fluctuaciones en su peso: tomar algo antes de salir de casa. Este sencillo aunque genial consejo que ofreció a Byrdie es el que conseguirá que la vuelta a la rutina no traiga consigo ninguna sorpresa. ¿Lo mejor? Olivia comparte cuáles son sus dos opciones gastronómicas favoritas para los momentos pre-party.
Saciantes, saludables y sin efecto hinchazón, así podrían resumirse sendos snacks: el primero es una ensalada ligera y el segundo un batido de proteínas bajo en calorías. “Ambos conseguirán saciarte antes y también llenarte con algo de comida para absorber el alcohol en lugar de beber con el estómago vacío”, señala Palermo. Para aumentar el poder saciante de la ensalada, se pueden incluir alimentos conocidos por prolongar esa sensación durante más tiempo como los espárragos, el aguacate o el brócoli. Los frutos secos - como las nueces, almendras o pipas de girasol - son otra buena idea debido a su alto contenido en fibra y, además, darán sabor a la mezcla.
La segunda opción, el batido de proteínas, es una concentración de este tipo de nutriente conocido por su lenta digestión, una interesante propiedad que consigue prolongar la sensación de saciedad. Aparte de esta capacidad, también controlan el proceso de gluconeogénesis mediante el cual el cuerpo no tendrá la necesidad de segregar mucha cantidad de insulina. ¿Resultado? El hambre tardará más tiempo en atacar.
Por el contrario, las opciones a evitar son los dulces y la bollería industrial ya que consiguen exactamente el efecto contrario: las ganas de comer regresan en poco tiempo debido al pico de insulina que provocan. Además, acostumbrarse al dulce es un círculo vicioso del que resulta difícil salir ya que el cuerpo se vuelve ‘dependiente’ a su sabor y efecto que desata por lo que volverá a pedir más constantemente, incluso sin tener sensación de hambre.