Por qué no deberías comer sola si quieres adelgazar y evitar la ansiedad
Comer delante del ordenador o con el móvil, los horarios desordenados... La manera en la que nos alimentamos afecta más de lo que creemos a nuestro cuerpo
Vivimos en una época en la que todo se hace rápido. Al menos en las ciudades, vivimos (demasiado) deprisa. Y a veces no sacamos tiempo ni para pensar en lo que comemos ni en cómo comemos. Ahora, además, sabemos que hay otro aspecto relacionado con nuestra alimentación que puede ser negativo: comer solos.
Lo que ocurre cuando comemos sin compañía
Laura Parada, nutricionista y directora gerente de Slow Life House, nos cuenta que cuando uno come solo hay determinados patrones que se siguen y que pueden influir en una alimentación menos saludable:
- Para optimizar el tiempo, se suele consumir solo un snack o directamente se salta la comida.
- Comer rápido y hacerlo normalmente fuera, en lugares de comida rápida (a la mayoría de las personas no les gusta comer solos, ya que se sienten observados y prefieren evitarlo), optando por algo rápido o para llevar, donde generalmente hay opciones poco saludables.
- Elegir alimentos más procesados y con poca elaboración, fáciles de comer.
- Comer frente al ordenador, mirando la televisión o el móvil, lo que lleva a perder el control respecto a lo que uno come y las cantidades.
- Otro contra es que al comer solo no apetece hacer una comida elaborada, ya que pensamos que es una pérdida de tiempo organizar una comida para uno mismo, lo que es un gran error.
El gran problema: el estrés y la comida preparada
Lo cierto es que habría que tener en cuenta muchos factores para ver la influencia real en la salud, como pueden ser el nivel de estrés o los aspectos psicológicos de la soledad. “En realidad, habría que estudiar cada caso aislado, porque es difícil generalizar en este sentido. Parece ser que la relación es más evidente en hombres porque comen de forma desorganizada, sin horarios y con alimentos poco saludables (procesados, envasados...). El estudio se ha hecho en Estados Unidos, algo también a tener en cuenta, porque hay muy fácil acceso a la comida rápida y está muy generalizado su uso. Más que aquí, que lo consumimos siendo conscientes del perjuicio que nos hace en la salud. Pero el hecho es que cuando comemos acompañados, el menú es más sano y equilibrado, y los horarios más ordenados”, nos explica Leticia Carrera.
“En nuestra sociedad, el hecho de comer solo está asociado con mayores índices de masa corporal, así como mayores niveles de estrés, depresión, malas digestiones... Todo ello es un cóctel explosivo para desarrollar el síndrome metabólico, que se define como la coexistencia de condiciones que derivarán en el desarrollo de enfermedades cardíacas o diabetes tipo 2”, nos cuenta Marta Vallejo, especialista en Nutrición y Dietética de Clínica Opción Médica. “Normalmente, se asocia el comer solo con comer más rápido, ignorando las sensaciones de hambre/saciedad. Ante esto, se suele comer en más cantidad, derivando a sobrepeso u obesidad. Además, al comer solo, nos solemos sentar delante de la televisión, el ordenador o el móvil y no estamos siendo conscientes de nuestra comida y menú. No se suele desconectar del trabajo, hecho que aumenta nuestros niveles de cortisol diarios -hormona relacionada con el estrés-”, añade.
Cada vez hay familias más pequeñas
Los autores del estudio parten de la base de que la familia tradicional, tal y como la conocemos, está cambiando y, de entrada se han hecho más pequeñas en muchas regiones del planeta -la baja natalidad es un hecho en España, por ejemplo- y han aumentado los hogares unipersonales, lo que al final hace que, relaciones sociales al margen, muchos días haya personas que comen o cenan en soledad. Eso sí, tal y como nos decía Leticia Carrera, lo cierto es que los hallazgos del estudio pueden no coincidir con otros países y culturas donde la gente no come sola tan a menudo.
¿Mejor solo que mal alimentado?
Laura Parada extrae, también, algún aspecto positivo de comer solos. "Si deseamos cuidarnos y comer sano, evitamos caer en la tentación que nos genera la opción que elija nuestro compañero de mesa. Por ejemplo, si a la hora de comer tus compañeros de oficina van por una pizza, lo más normal es que nos unamos a ellos y rehusemos nuestro tupper con ensalada y pollo. Otro pro es que en las comidas de grupo el tiempo de la comida es más extenso y da lugar a compartir una botella de vino, entrantes, postre etc., lo cual podría sumar muchas más calorías".
Y podemos extraer, sobre todo, una lección: “No le damos la importancia que se merece a la hora de la comida o la cena, que no debería servir sólo para nutrirnos, sino también como una 'pausa' en nuestro día a día para reponer fuerzas, descansar y desconectar. La alimentación no es solo qué como, sino cómo lo como”, concluye Marta Vallejo.