¿Estás ya de vacaciones? ¿O las estás planificando? Tanto en un caso como en el otro, tal vez te apetece incluir entre tus planes una opción de ocio y relax, que le puede venir bien a tu salud: acudir a un centro de talasoterapia. El boom de los spas no ha pasado de largo frente al mar: los centros de talasoterapia se multiplican y se convierten en una alternativa de salud y belleza cada vez más apetecible.
¿Qué nos ofrecen?
Lo primero es tener claro qué podemos encontrar en estos centros. La talasoterapia consiste en la utilización del agua de mar y de otros elementos marinos, algas, sales, barros… con fines terapéuticos. En definitiva, utilizar todas las bondades del mar como fuente de salud.
Así, según la Asociación Española de Talasoterapia, consiste en la utilización simultánea, en un entorno marino y bajo supervisión médica especializada, de los beneficios de los elementos marinos con un fin preventivo o curativo. Estos elementos son: el bioclima marino, el agua de mar, los lodos y las algas marinas, la arena y todas las demás sustancias de origen marino como el placton y phitoplacton. Y es que no podemos olvidar que, gracias a sus características concretas -es agua clorurada, sódica e hipertónica- el agua de mar es un recurso muy importante para la salud a nivel preventivo y curativo, pues su riqueza mineral aporta diferentes efectos sobre el organismo.
Y además...
Los expertos consideran que no sólo el efecto mecánico del agua (la presión sobre el cuerpo) ni su acción por ósmosis (es decir, la penetración de sus activos a través de la piel) han de tenerse en cuenta. No se puede olvidar el efecto sedante de la vista, el sonido y el olor del mar, ni la acción de las microgotas de agua que se encuentran en suspensión en los ambientes marinos y que se aspiran a través de los pulmones con cada respiración. Aunque no hace falta ser experto alguno para saber que sólo ver y percibir el mar cerca eleva hasta los ánimos más tristes… ¿Te animas?
Mucho ojo
Sin embargo, muchos establecimientos se califican de “talaso” sin serlo realmente. Para ser considerado centro de talasoterapia (frente a aquellos que ofrecen tratamientos con agua de mar) ha de estar cerca de la costa (según la normativa francesa, por ejemplo, a un máximo de tres kilómetros de la costa) y usar agua de mar “viva”, es decir, procedente directamente del mar y renovada constantemente.