Aida Pla
Neus Panadell, actualmente administrativa, empezó a nadar con 9 años en la Piscina Municipal de Manresa. Poco más tarde, entrenada por Josep Claret, estuvo presente en varios campeonatos, ganando algunos de ellos: fue campeona de España absoluta cuatro veces en diferentes pruebas y campeona de Catalunya absoluta.
Finalizados los Juegos Olímpicos de Londres, Panadell recuerda las dificultades con las que se topó para participar en los Juegos Olímpicos de Munich 1972. A pesar de los problemas que le surgieron por competir y de la tensión que rodeó el evento por el asesinato de 10 deportistas israelitas a manos palestinas, Panadell pudo participar en la prueba de los 200 metros braza con sólo 16 años.
¿En qué año empezó a nadar y por qué?
Con nueve años mis padres me apuntaron a un curso de verano de natación en la Piscina Municipal de Manresa. En este curso vieron que tenía aptitudes y les pidieron a mis padres si querían que compitiera. En aquel momento yo no sabía qué implicaba la competición, me lo tomé como un juego, pero allí empezó todo.
¿Cuándo notó que la competición requiere mucho entrenamiento?
Unos dos o tres años después de iniciar mis primeras clases de natación entré en una dinámica de entrenamiento más fuerte sin darme demasiada cuenta. En 1970 quedé en los campeonatos de España tercera absoluta de verano y un año más tarde, en los campeonatos de España absoluta de invierno, primera. Recuerdo muy especialmente este último campeonato, yo tenía 13 años y el entrenador me dijo que podía quedar primera. A partir de allí empecé a ponerme en serio con los entrenamientos.
Debió ser difícil compaginar estos entrenamientos y competiciones con las clases y la vida social. ¿Cómo lo hacía?
Entrenaba antes de ir al colegio y al salir, en total unas 4 horas al día. A veces entrenaba los fines de semana y también algún mediodía. Hubo momentos en qué entrenaba sola. Mi vida social eran las compañeras de natación, lo compartíamos todo y, cuando no teníamos entrenamiento, quedábamos para hacer otras cosas como ir al cine o salir a pasear.
De estas primeras competiciones, a los Juegos Olímpicos de Munich 1972. ¿Le costó obtener plaza en esta competición mundial?
Antes no existían los preolímpicos sino que tenías que tener una marca mínima. Yo tenía la mínima para ir a tres pruebas, pero a la hora de la verdad la selección española me dijo que no podía ir porqué mi marca no estaba dentro de las veinte mejores del mundo, aunque en ningún momento dijeron que esto fuera un requisito. La federación catalana y mi club se quejaron y finalmente me exigieron que mejorara mi récord de España. Se organizó un acto con tres árbitros de la federación y batí mi récord: pasé de estar por debajo de las veinte mejores marcas al noveno puesto. Esto me permitió competir por los 200 metros braza.
¡Menuda presión!
Recuerdo haberlo pasado bastante mal. Con esta edad aún eres vulnerable. Además se sumaron rumores que decían que me había drogado, que habían parado los cronos antes… Me afectó muchísimo porque ni se te pasa por la cabeza que alguien pueda pensar así.
Finalmente logró ir a Munich y competir en los 200 metros braza. ¿Cómo recuerda la experiencia?
Estaba ya allí y no me lo creía. Hice lo que pude aunque sabía que no estaba en mi mejor forma. Me preparé tanto para batir mi récord y poder ir a las olimpiadas, que quedé bastante agotada. Tu forma física y tus marcas van mejorando pero llegas a un límite y luego vuelves a ir hacia abajo. Aquellos juegos me cogieron en este punto, además psicológicamente estaba bastante desgastada.
Durante aquellos juegos fueron asesinadas 10 deportistas israelitas. ¿Cómo lo vivieron los deportistas?
En la villa olímpica había cine, teatro… Compartíamos momentos con deportistas de otros países, pero cuando nos informaron del atentado se pararon los juegos durante un día. A partir de entonces las medidas de seguridad fueron mucho más estrictas y hubo países que se fueron. El buen rollo se acabó, la policía era constante, estábamos mucho más controlados y protegidos y el ambiente se enrareció.
¿Cuándo decidió retirarse de la natación?
En el 1974 me fui a Madrid a la Escuela Nacional de Educación Física que sólo era para chicas. Esto ya no me permitió seguir nadando a ese nivel y además ya no tenía demasiadas ganas ni motivación. A principios del 75 tomé la decisión de retirarme definitivamente y desconectar por completo. Estaba muy cansada.
¿Ha seguido de cerca estos últimos juegos olímpicos?
Cuando me retiré de la competición quise desconectar bastante. Pero sí, he mirado alguna cosa como el atletismo, la natación sincronizada… y evidentemente la natación.
¿Cree que el nivel actual es superior al de años anteriores?
A nivel de organización todas las olimpiadas son espectaculares. En cuanto a cualidad de los deportistas, actualmente ya no queda ningún record vigente de entonces. Munich fue el año del nadador Mark Spitz, que ganó 7 medallas de oro, pero cada olimpiada tiene sus estrellas.
¿Cómo recuerda el dopaje durante aquellos años?
Antes no era como ahora. Yo no hubiera dicho nunca que mis compañeros se doparan. En aquella época no cobrábamos por nadar y ahora para algunos deportistas es su medio de vida. Y para estar arriba quizá tienen que recurrir a esto, aunque no lo encuentro ético. Ahora hay más necesidad de ser el número uno y quizá es esta presión la que hace que algunos deportistas se dopen.
¿Y qué suponía ser mujer deportista entonces?
En aquella época ser mujer y hacer deporte quería decir que eras un poco rara, porque estaba más pensado para los hombres. En la olimpiada de Munich sólo había cinco mujeres españolas. Ahora, por suerte, esto está cambiando. Quizá el hecho de que siempre tengamos que demostrar más que los hombres ha llevado a las mujeres a tener más fuerza y a ganar puestos.
Por último, ¿ha seguido nadando como hobby?
Muy poco. Lo aburrí mucho. No necesito concentrarme para nadar ya que lo hago instintivamente y de forma automática, con lo cual todo el rato estoy pensando. Es por ese motivo que prefiero hacer otros deportes, para desconectar.
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