Barcelona (Redacción).
Una nueva y cruda imagen de la hambruna en el cuerno de África conmocionó al mundo el pasado mes de agosto. Se trataba de una instantánea de Minhaj Gedi Farah, quien se convirtió entonces, a sus siete meses, en "el rostro del hambre". Minhaj fue rescatado entonces del campo de refugiados de Dadaab, el más grande del mundo y donde el pasado mes de octubre fueron secuestradas dos cooperantes españolas de Médicos Sin Fronteras que todavía no han sido liberadas. El pequeño fue trasladado a Kenia, donde recibió cuidados intensivos para recuperar su vida.
El esquelético bebé recibió tres transfusiones de sangre y un régimen intensivo de alimentación. En tres meses, ha pasado de pesar 3,18 kilos a sus siete meses a 9 kilos a los diez y luce un aspecto más que saludable, según muestran las fotografías de la agencia Associated Press.
Las malas noticias, sin embargo, continúan en Dadaab. El hambre se ha cobrado la vida de decenas de miles de niños somalíes este año. La ONU ha explicado que a pesar de las restricciones impuestas por los insurgentes islamistas, las fuertes lluvias y los combates, las agencias de ayuda están ampliando su alcance en la zona. La ayuda alimentaria está llegando a 2,2 millones de somalíes de los cuatro millones que lo necesitan, señala la ONU.
"Su madre nunca pensó que se recuperaría. Todos los miembros de su familia están felices", ha explicado Sirat Amin, enfermera y nutricionista del Comité Internacional de Rescate, que ha estado monitoreando el progreso de Minhaj. "Ahora puede sentarse sin apoyo. ¡Y gatea!", ha explicado Amin.
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