Por Ignacio Orovio
¿Fácil? ¿Ligero? ¿Sesudo? ¿Thriller? ¿Aquel ensayo de kilo y medio intransportable en el metro o en el bicing? ¿Algo amable, veraniego? ¿O algo que requiera tiradas de dos horas sin levantar la vista más que para abanicarse? ¿Algo que se pueda manchar con la cerveza? ¿Qué leer en verano? Además de una impepinablemente imperfecta selección, ofrecemos uno de los criterios por los que los lectores veraniegos se rigen a la hora de seleccionar qué se llevan en la maleta ahora que arranca el mes vacacional para la mayoría: el tiempo disponible. Siguiendo un criterio orientativo más allá de editoriales, sangrados y tamaños de letra, ofrecemos una treintena de posibilidades, en catalán y castellano, en narrativa o ensayo, para todos los gustos y con el minutaje estimado que cada volumen requeriría.
Entre la selección que ofrecemos hallamos desde una de las sensaciones de la temporada en catalán, el Primavera, estiu, etcétera... (La Magrana), de Marta Rojals, al best seller francés El origen del mal (Grijalbo), de Jean-Christophe Grangé, el clásico de Demóstenes Juicio contra una prostituta o el monumental El holocausto español, de Paul Preston, sobre el daño que la Guerra Civil hizo en y desde los dos bandos; las Memorias de Arthur Koestler, un gran intelectual europeo del siglo pasado, o el Correr o morir (Now), sobre la creciente afición a correr; afición estimulada, sin ir más lejos, por otro de los grandes escritores de nuestro tiempo como Haruki Murakami, de quien elegimos para este verano 1Q84 pero sin olvidar su delicioso De qué hablo cuando hablo de correr; otro ensayo fabuloso es Saqueo. El arte de robar arte (Turner Noema), de Sharon Waxman y que no requiere mayor explicación, al igual que el libro recién publicado de Vicky León El cadáver de Alejandro y otras historias de ciencia y superstición en la antigüedad (Ariel); entre los clásicos más recientes señalamos La part que ens toca (Adesiara), de Frederick Manning, una de las visiones más sugerentes –e inédita en castellano y catalán– que se ha dado sobre la Primera Guerra Mundial, o el Roumeli del recién desaparecido Patrick Leigh Fermor, uno de los maestros de la literatura de viajes: una obra idónea para quien haya decidido huir a Grecia...
En tanto que tiempo de desconexión mental, ¿el verano tolera mejor obras más complejas y largas o reclama las que mejor se adecuan al ambiente, cortas, frescas (o tórridas), distraídas...? Es obvio que, a cada uno, lo que le venga en gana... "Hay que leer siempre lo que te pide el cuerpo o, en este caso, la mente", estima la editora de Roca Editorial, Blanca Rosa Roca. "Para descansar y volver con las pilas recargadas –añade–, nada mejor que novelas que puedas disfrutar, e incluso puedas viajar a través de ellas a otros ambientes, escenarios. Pero seguro que hay lectores que disfrutan con libros más sesudos".
Para la editora Carmen Esteban, la cuestión es el tiempo, algo de lo que se carece el resto del año, pero no hay que asociar una estación a un tipo de lectura: "El verano, el tiempo de descanso y con horas de ocio por delante, es ideal para todo tipo de lecturas: para ese libro que se te ha resistido desde hace meses en la mesilla de noche, para literatura de evasión, para el ensayo que necesita de tranquilidad porque no puede leerse en el transporte público... y también para releer, para volver a aquellos libros que una vez nos deleitaron". "Hay más tiempo y puedes embarcarte en libros más largos –añade Roca–, creo que es el momento para leer algo ligero, que entretenga, pero también aprovechar para leer lo que no has podido en los meses anteriores".
¿Se edita pensando en el verano? Blanca Rosa Roca estima que "las lecturas de verano son reflejo de los lanzamientos del año más los libros que los editores publicamos de cara a las vacaciones". Este sello editó en junio del 2010 Sé lo que estás pensando, de John Verdon, "porque pensamos que era un libro fantástico para las vacaciones". Lo fue, de tal modo que este año han lanzado la segunda entrega de la serie, No abras los ojos (publicada por Edicions 62 en catalán).
De otras editoriales, Roca está leyendo estos días El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón y publicado por Seix Barral, y tiene "pendiente" La playa de los ahogados de Domingo Villar y de la editorial Siruela. Pero ante todo, las horas libres del verano son "para los libros que publicaremos en octubre y noviembre y que todavía no he leído". Carme Castells, directora editorial de Paidós, recomendaría, fuera de su casa, Las ciudades invisibles, de Italo Calvino y editado por Siruela, porque en cierta manera antecede al libro de Karem Armstrong que su sello va a publicar en otoño y en el que la empatía es el tema de fondo. Carmen Esteban, directora editorial de Editorial Crítica, recomendaría Verano y amor, de William Trevor y editado por Salamandra, y el ya célebre ensayo Algo va mal, de Tony Judt, publicado por Taurus.
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