Josep Fita
La dieta de la alcachofa, la de la manzana, la del té rojo, la verde, el método Dukan… quien más quien menos ha intentado poner en práctica, alguna vez en su vida, alguna de estas dietas populares para conseguir la figura deseada.
Otra cosa es el resultado obtenido. Sin embargo, todas ellas podrían tener los días contados.
Y es que la entrada a escena de la genética revolucionará probablemente el mercado del adelgazamiento en breve. A través de un análisis de la saliva se podrá identificar qué alimentos engordan a una persona y cuáles no.
Este sistema es el que se está desarrollando en el Instituto Javier de Benito de Barcelona.
“Es un análisis de ADN. Miramos unos cambios o polimorfismos en determinados genes que permiten conocer el potencial de respuesta de cada individuo frente a los diferentes nutrientes de la dieta. De esta manera, podemos explicar las respuestas específicas de cada individuo”, explica el doctor José Ignacio Lao, médico especialista en genética química y responsable del departamento de medicina genómica de esta institución.
“Sabremos por qué unos responden a una dieta, mientras que a otros la misma les es totalmente contraproducente, incluso perjudicial para la salud”, añade.
Lao vaticina el fin de las dietas generalistas con la irrupción en el mundo de la alimentación de la genética. “Prometen la panacea para todo tipo de personas, sin embargo están saliendo casos en los que ha aparecido incluso una diabetes porque no han respondido bien a la dieta cuando a otros les funciona espectacularmente”. “Lo que pretende la genética es explicar por qué hay individuos a los que les va bien un tipo de dieta y a otros no”.
Con el análisis genético del paciente, el concepto de 'dieta personalizada' adquiere más sentido que nunca. “Al final se basa en los conceptos de la nutrigenética y nutrigenómica. Los aplicamos desde el punto de vista práctico para el diseño de dietas. Por eso las llamamos personalizadas, porque no hay mayor individualización que utilizar el genoma de cada individuo, y en base a las características de este genoma definir el tipo de dieta”, arguye Lao.
La introducción de la genética en la confección de dietas romperá con el axioma popular, no siempre veraz, de que ni la fruta ni la verdura engordan. “Algunas de las frutas, de las verduras que se recomiendan son contraproducentes para muchas personas. Incluso pueden resultarles perjudiciales para la salud”, relata el doctor. “Esto lo que ayuda es a ir en contra de las dietas generalistas, que ya pasaron a la historia. Ahora, en la era de la medicina genómica tenemos la personalización de cada estrategia en tratamiento y en prevención”, reitera.
La nutrigenética tiene además, como explica Lao, la capacidad de determinar, para cada uno de los individuos, la intensidad y duración idóneas de ejercicio físico para conseguir la figura deseada: “El ejercicio es bueno para todos. Lo que pasa es que no hará falta machacarse en el gimnasio. Bastará con un ejercicio de intensidad moderada, como puede ser andar a un paso ligero, y con una duración determinada”.
Entre finales de octubre y noviembre podría estar listo este sistema de análisis genético que están desarrollando en el Instituto Javier de Benito. Su coste, que incluiría valoración, informe y diseño de la estrategia, podría rondar los 700 euros. “Se trataría de efectuar una consulta médica especializada, donde a la persona en cuestión se le haría una valoración de muchísimos parámetros donde se tendría en cuenta temas genéticos. Con esta información, se diseñaría la dieta y se le haría un seguimiento al individuo”, razona Lao.
“Lo más importante es el seguimiento. Y es que estamos hablando también de variantes genéticas que predisponen a enfermedades crónicas como la diabetes, síndrome metabólico, hipercolesterolemia, incluso cardiopatías. Por ello hay que tener un seguimiento muy estrecho y muy profesional”, sentencia.
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