La pareja quiso poner un broche de oro perfecto a su historia de amor y lo hizo por todo lo alto, con una espectacular ceremonia que comenzó en la Catedral de la capital hispalense y terminó en la finca La Alegría, propiedad de Sergio Ramos, en la que no faltó un parque de atracciones, tragafuegos, astronautas, un dragón, actuaciones musicales en directo, un poblado indio y hasta fuegos artificiales