A Edurne Pasaban, una leyenda en el alpinismo, le cambio la vida ser mamá. “Lo que estos días estoy sintiendo no se siente en ninguna montaña. Esto está por encima de los ochomiles. Y lo mejor de todo; esto es para siempre”, decía tras dar a luz a su hijo. Y añadía: “No sé si estos piececitos escalaran #ochomiles , pero espero q le lleven a donde él quiera y sobre todo espero q le lleven por el mejor camino y q disfrute de la vida”. Dos meses y medio más tarde, la deportista continúa inculcando al pequeño su amor por la montaña que tantas alegrías le ha dado: “Una forma diferente de disfrutar de la montaña. Bonito día en la Sierra de Madrid, la Pedriza, con Max. #pedriza #montaña #haglöfs #baby#disfrutando”.
Edurne, la primera mujer en coronar catorce montañas de más de 8.000 metros, logró a finales de abril la cima más importante de su vida: tener un hijo. La deportista guipuzcoana congeló sus óvulos cuando tenía 38 años y dio a luz con 43 años el pasado 26 de abril a un niño, que pesó 4.130 kg. y midió 54 centímetros. La alpinista vasca y su pareja, Carlos Correia, hacían realidad su sueño de ser papás de un niño al que han llamado Max.
Edurne anunciaba en la revista ¡HOLA! su nuevo reto de ser mamá: "Cuando empecé la aventura de los catorce ochomiles yo tenía treinta y tres años y veía cómo mis amigas, de una edad similar, ya tenían hijos. Me gustan mucho los niños y también sentía esa llamada en mi interior". Y añade: "Un doctor me dijo 'Edurne plantéate congelar óvulos', le escuché y eso hice". Un proceso que reconoce que le costó mucho. "Año y medio de tratamiento para ser madre y no siempre salió bien. Ha resultado muy duro", dice Pasaban que por fin disfruta de cada momento al lado del pequeño Max.
Poco antes de dar a luz, Pasaban dijo que no se ve "lejos de las montañas". Y así es: "Una forma diferente de disfrutar de la montaña. Bonito día en la Sierra de Madrid, la Pedriza, con Max". Aún así tienen en mente nuevos retos para el fturo. "Quiero volver al Himalaya o llevar a cabo una gran travesía. Quiero subir al Everest sin oxígeno, es una espina que tengo clavada. O alguna montaña que no se haya subido. O volver desde Nepal en bicicleta", pero no será a corto plazo. De momento la deportista disfruta de su mayor regalo, un niño que crece rodeado de la naturaleza.