El impresionante legado de la Casa de Alba comprende una serie de propiedades, situadas por toda España, además de un gran patrimonio cultural formado por un gran número de obras de arte de nombres reconocidos de la pintura.
Al morir el padre de doña Cayetana, en 1953 (XVII duque), Cayetana se convirtió en jefa de la Casa y también en la dueña de uno de los patrimonios más fabulosos de España. Una heredad que fue creciendo a lo largo de los siglos en títulos y propiedades gracias a la unión del linaje con otras dinastías y también a la impecable gestión de algunos de los duques titulares. En este sentido, es indiscutible el papel que desempeñó doña Cayetana, quien conservó el patrimonio reunido a lo largo de seiscientos años y asumió y cumplió el deseo y el deber de multiplicar su legado, siguiendo los pasos de su padre. Las residencias que posee la familia Alba se reparten en diversas ciudades españolas como Madrid, Marbella, Salmanca y San Sebastián, entre otras.
Liria, Madrid, 'el hermano menor del Palacio Real'
El palacio de Liria fue un encargo del duque de Alba y de Berwick, don Jacobo Fitz-James Stuart –recibió de Felipe V el ducado de Liria-, a los arquitectos Guilbert, Ventura Rodríguez y Francesco Sabatini. Este grandioso palacio del siglo XVIII se conoce como “el hermano menor del palacio real” y fue construido en tres plantas y un ático con cuatro fachadas en torno a dos patios. Durante la Guerra Civil fue bombardeado y no pudieron salvarse ni los cuadros de pasillo ni otras valiosas pertenecías, pero se mantuvieron en pie los muros exteriores, escudos, estatuas y hierros, además de las grandes obras que hoy albergan sus salones y la biblioteca (meses antes, el padre de Cayetana había puesto a salvo las joyas de los Alba en los sótanos del Banco de España y la Embajada británica). Doña Cayetana reconstruyó las 200 dependencias del palacio, tres plantas y 26 salones para los que eligió nombre y color, y reorganizó las fincas y el archivo.
En Liria se guarda la mayor parte de la gran colección de arte que tienen los Alba. Más de treinta mil libros conforman la biblioteca: una Biblia de 1430, que se salvó de la Inquisición y fue la primera traducida al castellano, el testamento de Fernando el Católico, la edición príncipe de El Quijote, las capitulaciones matrimoniales de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, documentos autógrafos de Cristóbal Colón y hasta la escritura de venta de un pazo en Galicia (1026), el documento más antiguo de la Casa.
A esto se une una colección de 52 tapices, así como una fabulosa pinacoteca que reúne 249 óleos de Velázquez, Rubens, Tiziano, El Greco, Goya, Zurbarán, entre otras pinturas contemporáneas que Cayetana adquirió a Pablo Picasso, Miró Marc Chagall; doscientas acuarelas, destaca la que firma la emperatriz Eugenia de Montijo, una impresionante colección de porcelanas, relojes, espejos y armaduras; innumerables esculturas y estatuas que están en los jardines. El palacio tiene más salones que Buckingham, la casa de la Reina de Inglaterra.
Las Dueñas, en Sevilla, su lugar favorito
El palacio de las Dueñas en Sevilla fue construido entre los siglos XV y XVI y le dio el nombre el monasterio de Santa María de las Dueñas, donde las monjas, allá por el siglo XIII, atendían a las Reinas de España, las esposas de Fernando el Santo y Alfonso X el Sabio. No fue hasta el siglo XVII cuando esta casa gótico-mudéjar llegó a formar parte del patrimonio de la Casa de Alba. Un magnífico palacio renacentista con los toques sevillanos de azulejos, las rejas, los encalados, las tejas y los patios con sus fuentes pintorescas, llenos de flores y pájaros. La entrada a la casa-palacio, de 9.452 metros, está coronada por el escudo de los Alba (XVII) pintado sobre azulejo. Y sus salones, marco de una vida hogareña, pero también de bodas –la última, la de Cayetano con Genoveva- y puestas de largo de los Alba, albergan alrededor de mil quinientas obras de arte. A destacar la Virgen de Neri di Bici, que preside la capilla en la que contrajeron matrimonio, entre otras fabulosas obras de Zuloaga, Sorolla y Romero de Torres.
En el palacio de las Dueñas, destacan los fondos arqueológicos de origen romano, los ricos tapices tejidos en Flandes durante los siglos XVI y XVII, las piezas medievales hispánicas, las esculturas (abarcan desde el siglo XVI al siglo XIX y sobresalen las de Benlliure), el mobiliario renacentista y barroco, la artesanía de los talleres andaluces (XIX), así como el fondo pictórico, que cubre desde el siglo XVI hasta la actualidad. Entre ellas, La creación de Eva, de Francesco Furini, o La coronación de espinas, de José de Ribera. A este patrimonio se une un dibujo a la acuarela y una fotografía que Jackie Kennedy le hizo a Cayetana montando a caballo (durante su visita en 1960), así como una foto dedicada de Tom Cruise.
Monterrey, Salamanca, el estilo plateresco en todo su esplendor
El palacio de Monterrey en Salamanca es el máximo exponente del estilo plateresco en España. Su nombre responde a que fue el III conde de Monterrey –Alonso de Acevedo y Zúñiga- el que lo mandó construir junto a su esposa, María Pimentel, en 1540, época de gran esplendor de su linaje. Esta obra maestra de la arquitectura señorial llegó a manos de los Alba después de que la heredera del condado, Catalina de Haro y Guzmán, se casara con el X duque de Alba. La soberbia belleza del edificio, obra de Pedro de Ibarra, que siguió el proyecto con planos de Rodrigo Gil de Ontañón y Fray Martín de Santiago, es tal que sirvió de modelo al pabellón español en la Exposición de París de 1900. La belleza de este edificio reside en sus galerías corridas y la afiligranada crestería calada y las reminiscencias góticas de los coronamientos de sus chimeneas y torres.
Arbaisenea, en San Sebastián, su lugar de vacaciones
La casa-palacio Arbaisenea en San Sebastián es donde siempre comenzaba la Duquesa su verano. Una finca de 20.000 metros cuadrados –hasta 2006, el parque privado era de 15 hectáreas-, con una casa señorial que fue construida hace ciento cincuenta años sobre una colina con impresionantes vistas a la bahía de la Concha. Hace un guiño al estilo británico con sus dos plantas y una fachada cubierta por un espeso manto de parra de hiedra que constrasta con el color rosáceo de las hortensias. La mansión pertenecía a la familia de los Duques de Sotomayor, suegros de la Duquesa, que la heredó tras la muerte de su primer marido, en 1972.
A estas hay que sumar otras residencias menores, como la casa de Sa Aufabaquera (La Albahaca), en Ibiza y Las Cañas, en Marbella, los cuatro castillos en Galicia (Castro Caldelas, Moeche, Andrade y Narahío) y el panteón familiar en el monasterio de la Inmaculada de Loeches (Madrid). Además haciendas y palacios que se reparten por todo el país y que han sido cedidos en su mayoría a diferentes instituciones públicas para su mejor conservación. Por ejemplo, el castillo fortaleza de la villa de Alba de Tormes, en Salamanca, otorgada en 1429 por el rey Juan II de Castilla, padre de Isabel la Católica, a Gutierre Álvarez de Toledo, quien mandó construir en la localidad un castillo fortaleza. El Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, nacido en 1507 en Piedrahita (Ávila), lo convirtió en uno de los palacios más lujosos de la época, hasta el punto de alojar entre sus paredes a personajes ilustres como Lope de Vega, Calderón de la Barca o Garcilaso de la Vega. En 1991, la Casa de Alba lo cedió al Ayuntamiento para su rehabilitación y hoy es un museo que expone, entre otros elementos, frescos renacentistas de Cristóbal Passin que narran las victorias del Gran Duque de Alba o sus capitulaciones matrimoniales.
Otra cesión de propiedades se produjo en Piedrahita (Ávila), cuyo palacio, mandado construir por el Duque Viejo, Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, y que albergó a la decimotercera duquesa de Alba, así como a algunos invitados ilustres, como Francisco de Goya, está gestionado por el Ayuntamiento y es, en la actualidad, un instituto de Enseñanza Secundaria. El castillo de Valdecorneja, en El Barco de Ávila (Ávila), también forma parte de la Casa de Alba, así como Castronuevo, un terreno de 1.700 hectáreas localizado en Rivilla de Barajas (Ávila), que solía visita el hijo mayor de la duquesa de Alba y heredero, Carlos Fitz-James Stuart, duque de Huéscar, aunque los vecinos recibieron la visita de Cayetana en los años setenta del siglo pasado, cuando inauguró las escuelas y fue nombrada Hija Adoptiva.
En el territorio salmantino, El Carnero y El Tejado, en Calzada de Don Diego (Salamanca), ha corrido la misma suerte, aunque la Casa de Alba también cuenta con propiedades en Miranda del Castañar y en Larrodrigo, donde se encuentra la finca de Gallegos de Crespes. A estas propiedades se suman otras en Castilla y León como el castillo de San Leonardo de Yagüe (Soria) o el vallisoletano palacio de los Osorio, en Valdunquillo. Además posee numerosas fincas dedicadas a la agricultura y ganadería.
A estas joyas arquitectónicas y a la pinacoteca, hay que unir la colección de porcelanas, relojes, espejos y armaduras, esculturas y estatuas que siembran los palacios de la familia, especialmente Liria. El corazón de los Alba y el gran legado de Cayetana. Todo este patrimonio, detallado en inventario, está protegido y firmemente custodiado bajo los estrictos estatutos que rigen la Fundación de la Casa de Alba, encargada de velar por este legado desde 1975.