Todos los que la querían han estado hoy con ella: los más allegados han llenado los 4.500 asientos del templo, los menos, que se contaban por cientos, han abarrotado las inmediaciones. Desde horas antes del funeral por la Duquesa, in corpore insepulto, se han vivido momentos muy especiales en las proximidades a la catedral donde doña Cayetana se casó en primeras nupcias con Luis Martínez de Irujo y Artázcoz.
Desde las once un continuo goteo de autoridades y personalidades ha ido entrando por la puerta del Príncipe de la catedral de Sevilla para arropar a los familiares de la Duquesa, su marido, sus seis hijos, sus nueve nietos, en horas de inmenso dolor. Han asistido entre muchos otros el Ministro de Defensa, Pedro Morenés; el Presidente del Senado, Pío García Escudero; la Delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, la Alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el Alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido; el torero Enrique Ponce; la bailaora Cecilia Gómez; Paloma Segrelles; la íntima amiga de la Duquesa, Carmen Tello, acompañada de su hijo Fernando Solís, Marqués de la Motilla; y el Duque de Noto, Pedro de Borbón, hijo del infante don Carlos, y Cristina de Borbón dos Sicilias.
Las ovaciones de los sevillanos anunciaban cerca de las once y media la salida del Duque de Huéscar, hijo mayor de la Duquesa y Heredero del título, junto a su viudo, Alfonso Diez, y al Alcalde de Sevilla para recibir a la infanta Elena a pie de coche, que entre aplausos accedería por la puerta de autoridades al Altar del Jubileo. Luego, la comitiva fúnebre, formada por la abatida familia de la Duquesa, ha recorrido a pie, con el semblante profundamente triste y en absoluto silencio, el corto trayecto hasta el templo, siguiendo a los coches con las numerosas coronas enviadas en memoria de doña Cayetana y al coche fúnebre con sus restos mortales, que llevaba también la corona de rosas rojas de su viudo con toda una declaración de amor: “No sé si te he sabido decir lo que te he querido, te quiero y te querré”.
A cada paso y a cada parada, recibieron el consuelo y el cariño de Sevilla: Alfonso Diez, el gran amor de madurez de la Duquesa; Carlos Fitz-James Stuart, Duque de Huéscar, hijo mayor de doña Cayetana y Heredero del Ducado, con sus hijos, Fernando y Carlos, de su matrimonio con su exmujer, Matilde Solís, asistente también al funeral; Alfonso Martínez de Irujo, Duque de Aliaga, y sus hijos, Luis y Javier, fruto de su matrimonio con su exmujer, María Hohenlohe, también presente; Jacobo Fitz-James Stuart, Conde de Siruela, con su mujer, Inka Martí, sus hijos, Jacobo con su mujer y Brianda, fruto de su matrimonio con María Eugenia Fernández de Castro, que ha asistido igualmente a la despedida de la Duquesa junto a su marido, Guillermo Gaspar; Fernando Martínez de Irujo, Marqués de San Vicente del Barco; Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra, con sus dos hijos mellizos, Luis y Amina, fruto de su matrimonio con Genoveva Casanova, igualmente presente en este triste último adiós, y Eugenia Martínez de Irujo, Duquesa de Montoro, con su hija, Cayetana Rivera. La única hija de la Duquesa no ha podido reprimirse y ha buscado el abrazo de su hermano Jacobo.
Con su llegada a la catedral, ha dado comienzo el solemne y emotivo funeral por la Duquesa de Alba, presidido por el Arzobispo emérito de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo Vallejo, y concelebrado por el Arzobispo Monseñor José Asenjo. Los hijos de la Duquesa han saludado uno a uno antes de ocupar sus asientos a la infanta Elena, quien, tras ser recibida a su entrada al templo por Alfonso Diez y el Duque de Huéscar, se ha sentado a su vez en el sillón presidencial cercano al Altar del Jubileo de Plata.
Las campanas de la catedral han sonado a luto durante la mañana hasta la entrada de los restos mortales. El féretro de la Duquesa, rodeado por cuatro blasones blancos y un gran cirio pascual en el altar presidido por una imagen de la Virgen de la Granada, irrumpía en el templo por la puerta de San Miguel portado por sus nietos mientras sonaban los acordes interpretados por la coral polifónica acompañada por el organista de la catedral. Antes de dar inicio a la celebración, el Cardenal Amigo Vallejo ha saludado a los familiares de la Duquesa de Alba y a las autoridades asistentes. Desde entonces, se han sucedido las escenas de dolor y tristeza -lágrimas incontenibles, miradas perdidas, gestos de confortación...- , en la primera fila a la izquierda del altar, donde el marido de doña Cayetana y sus seis hijos compartían asiento junto a Cristina de Borbón Dos Sicilias -sobrina del rey Juan Carlos- y su marido, Pedro López de Quesada.
En sus palabras, el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, monseñor Carlos Amigo Vallejo, dijo que "la gente piensa que has muerto, pero no sabe que vives en paz" y ha recordado la labor solidaria de la duquesa: "Ella sabía muy bien que de los pobres no se presume, a los pobres se les sirve y basta".
También recordó su vinculación con la hermandad de Los Gitanos: "Por ti el Señor de la Salud ha llorado y sentido Angustias de su madre, que no puede perder a una hija que tantas lágrimas le ha costado". Dijo además que la duquesa de Alba "ha pagado con su muerte el último doblón para conseguir la eterna vida con Dios".
Alfonso Diez se ha acercado en el momento de la paz a todos los hijos de la Duquesa, después ha besado la mano de Genoveva Casanova, e instantes antes de concluir la ceremonia se ha fundido con Cayetana, la hija de Eugenia Martínez de Irujo, en un sentido abrazo, muy emotivo y de varios minutos, acompañándose en este momento de dolor. También Eugenia ha consolado cariñosamente a Alfonso, mientras Cayetana se enjugaba con un pañuelo las lágrimas. Monseñor Amigo ha dado por concluida la misa funeral con la bendición final y el féretro de la Duquesa ha sido de nuevo acogido en la calle con un largo aplauso primero y con palmas después, sonando al ritmo de una canción, esas que tanto le gustaba bailar a doña Cayetana. Admiración y respeto de todos para la mujer que vivió como sintió. Las coronas de flores llegaron de parte de los Reyes, artistas como Alejandro Sanz o Antonio Banderas, amigos como Enrique Ponce y Paloma Cuevas, flores para decir adiós a una mujer inigualable.
Tras el oficio religioso, los restos de la Duquesa, que falleció ayer a las nueve de la mañana en su Palacio de las Dueñas en Sevilla, serán incinerados y sus cenizas serán depositadas en el altar mayor de la iglesia del Valle, sede de la hermandad de Los Gitanos, bajo el Cristo de la Salud, del que era muy devota.
Las palabras de los hijos de doña Cayetana
En momentos tan complicados, los hijos de la Duquesa de Alba no han podido contener la emoción. Con la voz rota por el dolor, Eugenia Martínez de Irujo ha señalado que le gustaría que su madre fuera recordada "como era", como una mujer "única". Por su parte, Carlos Fitz-James Stuart ha destacado la reacción "excepcional" de Sevilla, la ciudad que tanto cariño ha sabido transmitir a la familia estos días.
Condolencias reales
Tanto hoy como ayer las muestras de cariño han acompañado en todo momento a la Duquesa de Alba. Don Felipe telefoneó ayer por mañana al viudo de la Duquesa, Alfonso Diez, y conversó también telefónicamente con el hijo mayor de Cayetana de Alba, Carlos Fitz-James Stuart, Duque de Huéscar, y transmitió a ambos sus condolencias y las de la Familia Real. Tanto los Reyes como los reyes Juan Carlos y Sofía enviaron coronas de flores a la capilla ardiente que quedó abierta a mediodía en el Ayuntamiento de Sevilla.
Doña Elena ha presidido por primera vez desde la proclamación de su hermano un acto de representación de la Corona a petición del propio Monarca, ya que aunque no forma parte de la actual Familia Real, el rey Felipe decidió al poco de llegar al trono que encomendaría a doña Elena compromisos oficiales puntuales si lo consideraba necesario. A esa misma hora el Rey tenía hoy otro compromiso: una audiencia militar a una comisión de la Academia de Artillería, con motivo de la celebración del 250º aniversario de la fundación del Real Colegio de Artillería, en el Palacio Real de Madrid.