Tras hacer un recorrido por varias calles de Sevilla, el cortejo fúnebre de la Duquesa de Alba ha llegado al Ayuntamiento de Sevilla pasadas las 13.30 horas de la mañana. La capilla ardiente ha quedado instalada en el Salón Colón, el más noble del Ayuntamiento, y por él pasarán cientos de personas anónimas y conocidas para mostrar sus respetos a la familia y darles el pésame.
La familia de doña Cayetana que se congregó en torno a ella en estos últimos días ha seguido el coche fúnebre hasta el consistorio, donde fue recibida con los aplausos de la gente allí congregada. Sus hijos, Carlos, Eugenia, Fernando, Alfonso y Jacobo, con su mujer Inka Martí; sus exnueras, Genoveva Casanova y María Eugenia Fernández de Castro; y nietos, Cayetana, hija de Eugenia; Luis y Amina, hijos de Cayetano; Jacobo, con su mujer Asela Pérez Becerril, y Brianda, hijos de Jacobo; Fernando y Carlos, hijos de Carlos; y Luis y Javier, con su mujer Inés Domecq y Fernández-Govantes, hijos de Alfonso, mostraban en sus rostros el dolor y la tristeza. Estaba también María Otero, amiga de Fernando Martínez de Irujo. El único que faltó en este primer grupo fue Cayetano Martínez de Irujo, que llegó a la capilla ardiente pasadas las 15.30 horas.
Unas gafas oscuras apenas podían ocultar las lágrimas y la pena mientras recibían el cariño de la gente y las condolencias de las autoridades que les esperaban. Una vez dentro se sentaron en torno al féretro. En un lado Alfonso Diez, junto a Carlos, Duque de Huéscar y nuevo duque de Alba, que estaban con las autoridades del Ayuntamiento, y en el otro el resto de los hijos, nietos y exnueras de doña Cayetana, junto a la Marquesa de Saltillo, Paquita Sánchez-Dalp, tía del sacerdote Ignacio Sánchez-Dalp, amigo de la Duquesa y que además ejerce como capellán de la Casa de Alba en Sevilla, que era una buena amiga de doña Cayetana.
Se ha visto cómo Eugenia, que no podía contener el llanto, abrazaba con fuerza a su hija Cayetana antes de que introdujeran el féretro en el salón del Consistorio. Entre los porteadores de los restos de doña Cayetana estaban sus nietos Jacobo y Luis, que pese a su corta edad, 13 años, ha querido unirse al grupo.
Demostrando la admiración que sentían hacia su abuela, una mujer única y excepcional, los nietos han querido rendir este pequeño homenaje a doña Cayetana siendo ellos los encargados de llevar el féretro con los restos mortales de su abuela sacando así fuerzas de flaqueza en unos momentos en los que es imposible asimilar la terrible pérdida familiar.
Una vez dentro, la familia ha comprobado el gran cariño que le tienen los sevillanos, que han comenzado en seguida a entrar una vez que se han abierto las puertas de la capilla ardiente. Su viudo Alfonso Diez estaba destrozado y sus seis hijos y nueve nietos a duras penas contenían la emoción. Los restos de doña Cayetana estaban acompañados de dos cuadros con las imágenes del Cristo de la Salud y de la Virgen de las Angustias, imágenes de la iglesia de su querida Hermandad de los Gitanos.