Rodeada de su familia y en su querido palacio de Las Dueñas, así han sido las últimas horas de la Duquesa de Alba

En torno a las 09:30 horas de la mañana la vida de doña Cayetana se apagaba para siempre

Por hola.com

Poco a poco y rodeada de los suyos, así es como se ha ido apagando la vida de la Duquesa de Alba. Su vitalidad y su fortaleza no han podido vencer a su edad, 88 años, y tras una intensa vida, en la que supo ponerse el mundo por montera, Cayetana Fitz-James Stuart, fallecía en torno a las 09:30 de la mañana en su queridísimo palacio sevillano de Las Dueñas, aquel que tanto le gustaba, por su estilo y su alegría, y que había convertido en su residencia permanente durante los últimos meses. Unos meses en los que vivió feliz al lado de su marido, Alfonso Diez, y donde recibía muy a menudo la visita de sus hijos, que hoy no la han dejado sola y la han acompañado en su última despedida. 

 

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Desde que el pasado domingo 16 de noviembre ingresada en la unidad de cuidados intensivos del hospital Quirón Sagrado Corazón de Sevilla aquejada de una neumonía severa, sus hijos y gran parte de sus nietos no se han separado de ella, ni en la habitación del centro médico ni en su estancia del Palacio de Las Dueñas, al que fue trasladada la noche del martes 18 de noviembre, pues era en esa residencia que tanta alegría le trasmitía y donde tan buenos momentos había vivido, como su boda con Alfonso en 2011, donde doña Cayetana quería terminar sus días.

 

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A su lado, abatidos, tristes y sin consuelo sus seis hijos, Carlos, Duque de Huéscar, Alfonso, Duque de Aliaga, Jacobo, Conde de Siruela, Fernando Martínez de Irujo, Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra y Eugenia Martínez de Irujo, Duquesa de Montoro. Tampoco han faltado alguno de sus nietos, a los que se irán uniendo el resto en las próximas horas, sin embargo ayer, a su lado permanecían los dos hijos del Conde de Siruela, Jacobo, de 33 años, y su mujer Inka Martí, y Brianda, de 30 años. También Fernando, de 24 años, hijo del Duque de Huéscar. La hija de Eugenia Martínez de Irujo y Francisco Rivera, Cayetana, de 15 años visitaba ayer a su abuela y pasó algunas horas a su lado aunque no pernoctó en el palacio y abandonaba las dependencias de Las Dueñas bien entrada la noche. A primera hora de la mañana y nada más enterarse del triste desenlace llegaban a 'casa de la abuela' los hijos de Cayetano, Luis y Amina, quien se reunían en el interior de Palacio con su padre y con su madre, Genoveva Casanova, exmujer del Conde de Salvatierra, a quien la Duquesa quiso como una hija y no como una nuera y con la que mantuvo una excelente relación, aún después de la separación de su hijo. 

 

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Ya caída la tarde veíamos salir del palacio a Matilde Solís, también exnuera de doña Cayetana, por parte de su hijo Carlos, quien también coincidió en las dependencias de Las Dueñas con María Eugenia Fernández de Castro, exmujer de Jacobo. Totalmente desconsolada y con el peor de los pronósticos salía de la residencia sevillana de la Duquesa de Alba, su gran amiga y confidente Carmen Tello, que acudió acompañada de su marido Curro Romero. No faltó ayer tarde la visita de Mercedes Vázquez, hija de Pepe Luis Vázquez, quien fue un gran amigo de la Duquesa, el cariño y el apoyo de su confesor, el sacerdote sevillano Ignacio Sánchez-Dalp, que ejerce como capellán de la Casa de Alba en Sevilla. Devolviendo la dedicación prestada, también acudía al lugar algún representante de la Cofradía de Los Gitanos de la capital andaluza, a la que la Duquesa, estaba muy vinculada.

Pero la Duquesa de Alba no solo ha estado rodeada en la recta final de su vida por su familia y amigos, también por su gente, por esos sevillanos que no dudaron en acercarse hasta las puertas del palacio de Las Dueñas, pare rendir su particular homenaje a esta madrileña con corazón sevillano.