Lolita y Pablo Durán atraviesan una grave crisis cuatro años después de casarse: 'Estamos luchando por salvar nuestro matrimonio'

No se encuentra en su mejor momento y es que su matrimonio está en una situación delicada. Lolita y su marido Pablo Durán atraviesan una grave crisis cuatro años después de haberse dado el “sí quiero” en Madrid. La propia artista, que siempre ha llevado con bastante discreción su relación con el también actor cubano, confiesa que “pasan por un momento muy difícil”. “Estamos luchando por salvar nuestro matrimonio” dice en ¡HOLA! Una situación complicada en la que cuenta con el gran apoyo de sus hijos y de su familia. Los problemas económicos a los que se han enfrentado en los últimos años han desgastado su relación y, aunque de momento no se plantean la separación, sin duda atraviesan uno de sus momentos más difíciles como pareja.

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La noticia llega poco después de que la pareja haya celebrado el cuarto aniversario de su enlace, una romántica ceremonia frente a más de 400 invitados que celebraron en Madrid el 14 de mayo de 2010. Ya entonces llevaban juntos cinco años.

En aquel día tan emotivo y tan especial, Lolita estuvo acompañada por su hermana Rosario y sus hijos Elena y Guillermo, además del resto del clan Flores que no se quiso perder esta ocasión. En aquel día especial, la novia emocionada dijo en las páginas de ¡HOLA!: “Hoy no sólo hay muchos recuerdos, sino también la ausencia física de tres personas importantísimas en mi vida, como son mis padres y mi hermano del que me acuerdo más que nunca”.

 

Este enlace ponía el broche de oro a una historia de amor que comenzó en 2005, cuando se conocieron Lolita y Pablo. Hacía diez años que la artista se había separado de Guillermo Furiase y uno de sus proyectos profesionales, la obra de teatro que protagonizaba con Pablo, Ana en el trópico, le trajo el amor. El actor cubano se convirtió desde entonces en su mejor apoyo, sobre todo en los delicados momentos a los que se enfrentó en diciembre de 2009, cuando la operaron de un cáncer de útero. “Ha hecho todo lo posible por hacerme la vida agradable. Para mí está siendo todo” dijo entonces.

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Junto a Pablo hizo frente a los problemas económicos que tuvo tras haber creado una línea de productos textiles que no tuvo el éxito esperado.  Esto le acarreó unas deudas a las que tuvo que hacer frente con esfuerzo. Para cubrirlas tuvo que vender su chalet de Soto de La Moraleja y trasladarse con su familia a otra vivienda de alquiler, también en Alcobendas. Abandonar su casa no fue fácil, pero, haciendo gala de la fuerza y valentía que la caracterizan, Lolita comenzó de nuevo junto a los suyos.

Su nueva casa está repleta de recuerdos y en cada rincón está presente un pedacito de su familia. El comedor de su madre, el cuadro de su padre, la escultura de bronce de la Faraona y la fotografía con su hermano Antonio. Todos ellos ocupan un lugar destacado en el salón de la residencia, que cuenta además con un gran vestidor y un estudio de música, algo que no podía faltar en una casa de artistas. Además el magnífico jardín tiene también una piscina. En cuanto la vio, Lolita recordó su casa de Marbella, esa residencia familiar en la que de niña pasaba las vacaciones con su familia (fue derribada en 2008). Una nostalgia que la ha llevado a poner a su  nuevo hogar el mismo nombre que tenía aquella, Los Gitanillos, un recuerdo que sin duda hace que se sienta como en casa.

Este otoño ha llegado además para la artista con un nuevo proyecto ya que, tras haber colaborado en la sección Amigas y conocidas de Las mañanas de la 1, y haber participado en los monólogos teatrales Sofocos y +Sofocos, Lolita volvió a subirse a las tablas para protagonizar La plaza del diamante, una obra por la que está recibiendo muy buenas críticas. En ella da vida a Natalia, una mujer que se sobrepone a la miseria, el hambre y el dolor para sacar adelante a sus hijos y con la que Lolita comparte sin duda su espíritu luchador.