Pere Calaf Pubill, conocido artísticamente como Peret, fue el creador de la rumba catalana. Nació en Mataró el 24 de marzo de 1935 y saltó a la fama con la música y el ritmo gitano en toda España, pero en especial en Cataluña donde adoptó como parte de su cultura la denominada rumba.
Nació en el seno de una familia de vendedores ambulantes, Peret recorrió Cataluña y Baleares y apenas tuvo tiempo para ir a la escuela. Parece ser que aprendió a leer de forma autodidacta fijándose en los carteles publicitarios. Aficionado desde niño a la guitarra y al cante gitano, a los doce años formó un dúo con una prima suya. Se llamaban Los Hermanos Montenegro y debutaron en el teatro Tívoli de Barcelona, en un festival infantil.
En 1947, de manera casual, grabó un disco que pasó desapercibido y continuó como vendedor ambulante. Ocasionalmente actuaba en locales de la costa catalana. Poco a poco, su nombre se fue conociendo en Barcelona. Así, grabó un par de discos que sonaron bastante en las emisoras locales. Poco tiempo después se casó con Fuensanta, Santa, una gitana de la familia a la que años más tarde dedicaría una de sus más populares canciones: Mi Santa.
A mediados de los 60 se trasladó a Madrid, cuando fue contratado por El Duende, un tablao flamenco perteneciente a Pastora Imperio y Gitanillo de Triana, y ahí se inició su escalada. Algunas de sus interpretaciones, como El muerto vivo del colombiano Guillermo González Arenas, empezaron a tener mucho éxito. Fue entonces cuando comenzó a sonar en las discotecas, un fenómeno muy significativo que Manuel Román describió así en su libro Memoria de la copla: "En las discotecas de moda, donde se programa música anglosajona y de los conjuntos españoles de la época, como Los Bravos y otros del género pop, hay de pronto un cambio brusco, pasada la medianoche, que el pinchadiscos de turno aprovecha para que suenen las rumbas de Peret".
En 1967 grabó Una lágrima, versión rumbera de un vals del maestro Monreal, que tuvo un éxito fulgurante, convirtiéndose en una de las canciones del verano de 1968. En los años posteriores no dejaban de oírse en todos sitios temas como El gitano Antón, Don Toribio Carambola, Canta y sé feliz, con la que participó en el Festival de la Canción de Eurovisión 1974, Qué cosas tiene el amor, Tracatrá, etc. Muchos de sus grandes éxitos son derivados de un estilo del son cubano denominado guaracha, que influyó en gran medida en la rumba catalana.
El salto internacional lo dio con Borriquito en 1971, con letra y música del propio cantante, que coincidió con el boom del turismo en España, lo que contribuyó a que la canción se popularizara en todo el mundo y en especial en los Países Bajos -siete semanas como número 1 y en Alemania, dos semanas en el top 1-.
En 1982, de forma imprevista, Pedro Pubill Calaf abandonó radicalmente su actividad artística e ingresa en la glesia Evangélica de Filadelfia en Barcelona. Durante nueve años ejerció como pastor y se dedicó a labores religiosas con dedicación exclusiva. Posteriormente, sin dejar su creencia religiosa, cesó en la actividad pastoral y montó una productora discográfica y volvió a los escenarios.
En 1992, en su retorno apoteósico, participó en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, junto a Los Manolos, Los Amaya y otros exponentes de la rumba catalana con la canción Gitana hechicera, dedicada a la ciudad de Barcelona con motivo de los Juegos Olímpicos y que fue uno de los éxitos de ese verano.
Con más de una veintena de trabajos discográficos, su trayectoria incluye también algunos papeles en el cine. En 1963 representó un pequeño papel en Los Tarantos de Francisco Rovira-Beleta, donde también intervenía la bailaora Carmen Amaya. En 1996 participa como actor en la película Alma gitana y en 2001 en Marujas Asesinas.
Entre los premios que recibió el artista en vida, figura la Cruz de Sant Jordi, que le fue concedida en 1998, la medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, concedida por los reyes don Juan Carlos y doña Sofía en 2011, y la ciudad de Mataró le otorgó el título de hijo predilecto de la ciudad en reconocimiento de su trayectoria profesional y como creador de la rumba catalana.