La boda con sabor marroquí del nieto de los Condes de París
Axel Sambucy Sorgue, hijo de la princesa Chantal de Francia, y Charlotte Paul Reynaud se dieron el 'sí quiero' en Marrakech
La boda de Axel Sambucy Sorgue y Charlotte Paul Reynaud reunió en Marrakech a varios miembros de la aristocracia que brindaron con ellos por su felicidad. El novio es el hijo de la princesa Chantal de Francia y el barón François-Xavier de Sorgue Sambucy y nieto por parte de madre de los Condes de París ya fallecidos, Isabel de Orleáns y Braganza y Enrique de Orleáns (que fue pretendiente al trono de Francia, como biznieto del Rey Luis Felipe). La novia, por su parte, es hija de Paul-Serge Reynaud y Marie France Champagne y nieta de Paul Reynaud 1878-1966, famoso político de la Tercera República, que fue Presidente de la Junta en 1940 y fue varias veces ministro (Relaciones Exteriores, Finanzas, la justicia y la guerra).
La pareja se dio el “sí quiero” en la iglesia de los Santos Mártires, en la ciudad marroquí, en una ceremonia en la que se desveló el precioso vestido de novia, un diseño con encaje, escote a pico, sin mangas y una abertura delantera en la falda.
La ilustre lista de invitados incluía nombres como los del príncipe Charles-Emmanuel de Borbón-Parma que fue con su esposa Constance de Ravinel; el Gran Duque George de Rusia y Rebecca Bettarini; María Magdalena de Tornos, que es hermana de la Duquesa de Vendome; los príncipes Gundakar y Marie de Liechtenstein; la princesa Beatriz de Orleáns, que estuvo casada con Miguel de Orleáns, hermano de la princesa Chantal, y sus hijos, el príncipe Francois de Orleáns y su novia Theresa von Einsiedel, y el príncipe Charles-Philippe de Orleáns y su mujer, la princesa Diana de Orleáns, Duquesa de Calaval, entre muchos otros.
Por supuesto, no faltaron los hermanos del novio, Alexandre, que acudió con su mujer Anne Cecile, y Kildine, que fue del brazo de su marido Antoine Stevenson.
El rito religioso estuvo seguido de una fiesta en la que se pudo palpar la felicidad de la pareja. Dado el entorno, los novios se dejaron conquistar por la magia de Marruecos y llegaron al lugar del banquete en sendos palanquines de inspiración árabe. Una fiesta en la que no faltaron los discursos, la música y por supuesto la tarta, un original pastel hecho con decenas de macarons, una galleta tradicional francesa. Sin duda todo ello contribuyó a hacer de este día una ocasión inolvidable.