Rivales en el pasado y compañeras de cadena en la actualidad, María Teresa Campos y Ana Rosa Quintana han rendido pleitesía a otra grande de la televisión, aunque más de la pluma, la periodista Rosa Villacastín quien ha narrado en las páginas de un libro el romance que su abuela Francisca tuvo con el poeta nicaragüense Rubén Darío.
El volumen, cuya presentación nadie quiso perderse, lleva por título La princesa Paca y se trata no sólo de un homenaje a su abuela sino un “reconocimiento a todas las mujeres que han compartido su vida con escritores y han permanecido en segundo plano”, en ocasiones expuestas a críticas, tal y como ella explicó. Este es el noveno libro de la periodista y escritora que además de contar con dos madrinas de excepción como Ana Rosa Quintana y María Teresa Campos, también tuvo el placer de firmar alguno de sus ejemplares a un sinfín de seguidores como María Zurita, Natalia Figueroa, la presentadora Ana García Lozano e incluso el Padre Ángel.
Arropando a la escritora, quien ha querido recordar en este libro lleno de cariño a su abuela, aquella mujer que en las sombras concibió a cuatro hijos, tres fallecidos prematuramente, fruto de su relación de más de 15 años con el poeta, estuvieron además Terelu Campos, quien llegó junto a su madre y enfundada en un vestido negro minifaldero, la escritora Natalia Figueroa, mujer del cantante Raphael, la periodista y locutora Isabel Gemio y Jorge Javier Vázquez, quien era el encargado de leer el poema final de la presentación y no pudo llegar a tiempo por problemas con el tráfico tras salir de Sálvame. El presentador que se disculpó por su tardanza fue sustituido por María Teresa Campos, quien deleitó a los presentes con una lectura llena de sentimiento.
Rosa Villacastín ha querido plasmar en esta obra la admirable personalidad de su abuela, quien que gracias a su labor y la de su posterior marido José Villacastín se ha podido conservar un importante legado del poeta, con más de 6.000 documentos catalogados que ahora descansan en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid.
Analfabeta, y sin saber leer ni escribir, la autora define a su abuela como una persona "muy cariñosa y muy castellana", que no se arrugó ante la figura del mítico escritor, quien dedicaba alguno de sus ratos libres a enseñarla caligrafía, así como lectura. Sea como fuere, la moraleja de esta historia tiene un bonito final, ya que como dice Rosa Villacastín La princesa Paca acabó en un matrimonio con "una persona que sentía auténtica veneración por ella".