Faltaron grandes nombres como Penélope Cruz, Naomi Watts o Ewan McGregor, pero muchas de las estrellas que podrían llevarse el máximo galardón del cine español el 17 de febrero no quisieron perderse la cita. Los Teatros del Canal de Madrid acogieron la gala previa a los premios Goya, que reúne a los nominados y en la que se hace entrega del Goya de Honor. Y precisamente fue la persona que lo recibe este año quien se convirtió en la protagonista de la velada.
Y es que, si hubiera "aplausómetros" que midieran el cariño de la gente, y más si son compañeros de profesión, Concha Velasco habría batido un récord; pero tal vez, y como ella misma no se ha cansado de repetir, es así porque se merecía este premio. "Era el que me faltaba. Mira que lo deseaba... Le estoy haciendo hueco en mi casa", ha dicho la actriz, cantante y bailarina, Premio Nacional de Teatro (1972) y Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2008), entre otra veintena de galardones atesorados en más de 80 películas y una treintena de obras de teatro, por no hablar de sus sonados éxitos crepusculares en la televisión.
Concha, que no quería "llorar ni emocionarse" pero no pudo evitarlo al escuchar una ovación de varios minutos con las gradas puestas en pie, convirtió su discurso de agradecimiento en un divertido monólogo porque le aterraba la idea de aburrir. Reivindicó, sobre todo, su ilusión por seguir trabajando -"esta humilde cómica está dispuesta a aceptar todos los papeles largos, cortos, de mayor, de pequeña, mudos, hablados: todos", dijo entre las risas del público, y lanzó algunos dardos -cariñosos- y envenenados, como el reproche a Fernando Trueba por contratar a Claudia Cardinale para El artista y la modelo en vez de a ella.
La veterana artista explicó que le gusta tanto el cine que, de no existir, lo habría inventado ella y que siempre ha perseguido a los directores para que la metieran en sus películas: "desveló" que intentó colarse en el 'casting' de Nobleza baturra (1935) -ella nació en 1939. "El cine me gusta más que la vida", comenzó la actriz.
"Me hubiera gustado que desde el mes pasado que me llamó el presidente de la Academia del Cine para decirme que me daban el Goya, hubiera habido un encadenado muy lento, de 148 fotogramas, hasta este momento, con todos los nominados aquí, detrás de mí. Pero en la vida no hay elipsis", dijo sin perder el humor. Los nominados a la 27ª edición de los Premios Goya habían ido subiendo al escenario minutos antes y la aguardaron, la mayoría de pie -"los importantes", como dijo Concha, sentados-, en un nuevo formato de la llamada "fiesta de los nominados", que cambió por primera vez la Real Casa de Correos por los Teatros de propiedad autonómica.
El presidente Enrique González Macho, que agradeció la cesión del espacio a la consejera madrileña de Empleo, Turismo y Cultura, Ana Isabel Mariño, también le advirtió de que el año siguiente le pediría "mucho más", y le exigió, para regocijo del público que aplaudió sus palabras, al pedirle más ayudas para el cine español. Hay crisis, todo está mal y el cine no es una excepción, "pero nuestro talento sigue intacto", dijo González Macho, quien advirtió de que este año había sido "muy bueno, pero depende de tantos factores... Quién sabe cómo será el próximo", resumiendo la preocupación mostrada por muchos directores y productores al llegar a la gala.
Pero a González Macho le pudo enseguida la emoción: "No conozco a nadie que haya dicho nunca nada malo de Concha Velasco", afirmó, después de glosar su generosidad y su calidad humana.
Tras ver un vídeo con algunas de sus imágenes más populares en el cine, Concha abrazó, besó y acunó su Goya, "el premio más importante de su vida, el más deseado" y, a tenor de los académicos que lo votaron por unanimidad, el más merecido. "Pero esto no termina aquí. Lo mejor está por llegar", finalizó la actriz, a la que sus compañeros despidieron cantando La chica ye-yé.