Hace hoy justo una semana que se emitía el último y más esperanzador parte médico sobre la salud de Miguel Boyer, quien sufría un derrame cerebral el pasado 27 de enero. En él los médicos de la Clínica Ruber de Madrid que se encargan del cuidado del exministro de Economía y Hacienda señalaban que éste había abandonado la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en la que llevaba ingresado casi dos meses. Su satisfactoria evolución y su franca mejoría se convertían, sin lugar a dudas, en las mejor regalo para toda su familia y sobre todo para Isabel Preysler, quien no se ha separado de su lado ni un solo momento.
Isabel, que desde el momento del incidente de su marido canceló todos y cada uno de los actos públicos de su agenda, ha contado en todo momento con el apoyo incondicional de sus hijos. Ana Boyer, la única hija de Isabel y Miguel, vive ahora una de sus épocas más duras, suavizada en la medida de lo posible por el apoyo incondicional de su hermana, Tamara Falcó, para quien Miguel es como su segundo padre.
A los mandos de su propio coche, un smart blanco, Tamara abandonaba ayer el centro médico tras pasar unas horas con el exministro, mostrando una sutil sonrisa a los fotógrafos.
Tamara ha ensalzado en más de una ocasión la increíble fortaleza con la que su madre está llevando estos difíciles momentos. "Lo está llevando con mucha entereza y me imagino que lo hará por Ana y por mí" señalaba Falcó la semana pasada durante su aparición en un acto. "Cuando los médicos le informaban sobre el estado de salud de Miguel, sí que la he visto con un kleenex, pero nunca la he visto desmoronarse. Mi madre no perdió nunca la esperanza y tampoco lo hicieron los médicos" añadía Tamara.
Pendientes en todo momento de su evolución, su familia, sus amigos y su mujer continúan al lado del exministro en estos delicados momentos.