El Papa Benedicto XVI ha pedido a los cristianos que no se dejen "distraer" por las luces y los "habituales mensajes de tipo comercial" de la Navidad y que den el valor adecuado a las cosas. "La atención al corazón, que el cristiano está llamado a ejercitar siempre, en la vida de todos los días, caracteriza en particular este tiempo en el que nos preparamos con alegría para el misterio de la Navidad", dijo el Sumo Pontífice durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano el pasado 11 de diciembre.
"El ambiente exterior propone los habituales mensajes de tipo comercial, aunque en tono menor a causa de la crisis económica. El cristiano está invitado a vivir el Adviento sin dejarse distraer por las luces, sabiendo dar el valor adecuado a las cosas, para fijar una mirada interior sobre Cristo", agregó el Santo Padre. Su Santidad invitó a los cristianos a la alegría, en el sentido más profundo de la palabra. "La verdadera alegría no es el fruto del divertirse, entendido en el sentido etimológico de la palabra 'di-vertere', es decir, apartarse de los compromisos de la vida y de sus responsabilidades. La verdadera alegría está ligada a algo más profundo", comentó.
"Por supuesto, en el ritmo diario, a menudo frenético, es importante tener tiempo para el reposo y la distensión, pero la alegría verdadera está vinculada a la relación con Dios (...) La verdadera felicidad no es un simple estado de ánimo pasajero, ni algo que se alcanza con los propios esfuerzos, sino que es un don, nace del encuentro con la persona viva de Jesús", añadió.
El Papa dedicó, además, su primer saludo a los niños de Roma, a quienes pidió que se acordaran de él en sus rezos navideños, y recordó el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, siendo el primero de ellos -dijo- el "derecho a la vida".
Ya en castellano, el Papa saludó a los peregrinos de lengua española desplazados hasta la plaza de San Pedro. "La liturgia de hoy, el llamado domingo Gaudete, nos invita a prepararnos con la oración y las buenas obras a celebrar con gozo la llegada de Jesús entre nosotros. Que la Santísima Virgen nos enseñe a reconocerlo y amarlo, de modo que nuestro corazón y nuestros hogares se inunden de luz", dijo Benedicto XVI en castellano.
Antes del Ángelus, el pontífice presidió una misa en la parroquia de Santa María de las Gracias de Casal Boccone, al norte de Roma, donde se observa, según dijo, "un gran desafío" por la presencia de "grupos religiosos que se presentan como depositarios de la verdad del Evangelio". "Superad los límites del individualismo, de la cerrazón en vosotros mismos, la fascinación del relativismo, por la que se considera lícito todo comportamiento, la atracción que ejercitan formas de sentimiento religioso que se aprovechan de las necesidades y aspiraciones más profundas del ánimo humano, proponiendo perspectivas de satisfacción fáciles, pero ilusorias", afirmó.