Por fin ha llegado el día para todos aquellos que esperaban con ansia la beatificación del predecesor del actual Santo Padre, Benedicto XVI. Y es que desde hace días son muchos los fieles que no han dudado en acampar en los alrededores del Vaticano para no perderse ni un solo detalle de la gran celebración, una ceremonia a la que asistirán alrededor de un millón de personas y 87 delegaciones oficiales y será retransmitido en directo por 2.300 periodistas, 1.300 televisiones y 250 radios de más de cien países. Además, contará con la presencia de los Príncipes de Asturias que encabezarán la delegación oficial española en la que formarán parte el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, y la vicepresidenta de la Generalitat de Cataluña, Joana Ortega, entre otros.
Las celebraciones que la Santa Sede ha organizado para la beatificación de Juan Pablo II, que también ha podido seguirse en directo por Internet y por decenas de pantallas gigantes instaladas en iglesias y catedrales de todo el mundo, dieron comienzo ayer con el inicio de la vigilia del rezo en el céntrico Circo Massimo de Roma.
Durante la ceremonia, el Sumo Pontífice declaró que Karol Wojtyla, un Papa irrepetible e inigualable al que muchos han definido como "el Papa de los récords", devolvió la esperanza al cristianismo y resaltó su figura al manifestar que subió al Solio de Pedro llevando consigo "la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre". Benedicto XVI recordó la famosa frase de Juan Pablo II: "No temáis, abrid de par en par las puertas a Cristo!" y señaló que Wojtyla "abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le venía de Dios, una tendencia que podía parecer irreversible". Y agregó que con su testimonio de fe, de amor, de valor y de gran humanidad "este hijo ejemplar de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio".
Concluida la misa en la que se ha usado el mismo cáliz que utilizó en los últimos años Juan Pablo II, el Papa y los cardenales han entrado en la basílica de San Pedro para venerar a Wojtyla, cuyo féretro fue sacado ayer de su tumba en las Grutas Vaticanas. El actual Santo Padre vistió una casulla y una mitra que también perteneció a su antecesor, según ha informado el Vaticano.
El ataúd de Wojtyla, que fue enterrado el 8 de abril de 2005, fue subido a primera hora de la mañana al Altar de la Confesión de la basílica de San Pedro, para que los fieles pudieran venerarlo. Eso sí, el féretro no ha sido abierto, ni el cadáver exhumado, debido al corto espacio de tiempo que hace desde su fallecimiento, el 2 de abril de 2005, según precisó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, que informó de los tres días de celebraciones, que comenzaron ayer y terminarán el 2 de mayo con una misa de acción de gracias.
Cuando el Papa le ha proclamado beato, se ha vivido uno de los momentos más emocionantes al descubrirse un gran retrato de Juan Pablo II colocado en el balcón principal del templo. Posteriormente, la hermana Marie Simon Pierre, cuya curación del Parkinson permitió la beatificación de Juan Pablo II, junto con la religiosa polaca Sor Tobiana, superiora de la comunidad que cuidó durante 27 años el apartamento papal, llevaron al altar el relicario de plata que contiene la ampolla con una muestra de sangre del Papa polaco.
Entonces, todos los fieles han entonado el himno del beato, en latín. Después Benedicto XVI ha anunciado que la festividad litúrgica del beato se celebrará el 22 de octubre, aniversario del comienzo de su pontificado (1978). Las celebraciones han tenido lugar en la diócesis de Roma y en Polonia, la primera debido a que fue obispo de la Ciudad Eterna y Polonia porque es su país natal. Aunque el Vicariato de Roma pidió al comienzo de la causa de beatificación que se le concediera "culto universal" por ser un caso que supera el lugar donde nació y donde ejerció, sólo se le ha concedido el culto privado, local, como corresponde a los beatos. La Iglesia admite para el beato el "culto privado", es decir en la zona donde nació o ejerció su labor, mientras que al santo se le reconoce el culto universal.
El 2 de mayo, una vez cerrada la basílica, el féretro de Juan Pablo II será colocado en su nuevo emplazamiento en el Vaticano: la capilla de San Sebastián, situada entre la que acoge a 'La Piedad', de Miguel Ángel, y la Capilla del Santísimo, que ha sido restaurada, con nueva iluminación y sonido, y guarda actualmente los restos del papa Inocencio XI (1611-1689).
El 'milagro' de Marie Simon Pierre
Juan Pablo II será elevado a la gloria de los altares después de que Benedicto XVI promulgara el 14 de enero de este año el decreto por el que se reconoce un milagro por su intercesión. Se trata de la curación inexplicable para la ciencia de la monja francesa Marie Simon Pierre, de 51 años, que padecía desde 2001 Parkinson, la misma enfermedad que tuvo Wojtyla. El proceso se abrió el 28 de junio de 2005 en Roma, ciudad en la que murió y de la que fue obispo durante 26 años. La causa se abrió por deseo de Benedicto XVI, sin esperar a que transcurrieran cinco años de su muerte, como establece el Código de Derecho Canónico y como ocurrió con la Madre Teresa de Calcuta, a la que beatificó seis años y dos meses después de su muerte. El anuncio fue acogido con gran alegría en el mundo católico, donde aún sigue vivo el grito "santo súbito" que miles de personas corearon aquel 8 de abril de 2005 durante el funeral.