Elizabeth Taylor descansa en paz. La leyenda de Hollywood ha sido enterrada en la más estricta intimidad en el cementerio Forest Lawn Memorial Park en Glendale, cerca de Los Ángeles, donde descansa uno de sus grandes amigos, Michael Jackson.
Las exequias de Taylor, que se convirtió al judaísmo antes de contraer matrimonio con Eddie Fisher en 1959, fueron celebradas por el rabino Jerry Cutler, al que la actriz conoció a través del actor Jon Voight, padre de Angelina Jolie. Cinco limosinas negras trasladaron a los familiares y amigos íntimos de Taylor al lugar del servicio funerario, pero no hubo cortejo fúnebre. Tal y como ella dejó escrito antes de morir, el entierro se celebró con quince minutos de retraso para cumplir su último deseo. Según leyó su representante: “Ella quiso llegar tarde incluso a su propio entierro”.
Las honras fúnebres duraron aldedor de una hora y muchos fueron los que quisieron dar su último adiós a la leyenda del cine. Colin Farrell, gran amigo de Liz Taylor, leyó un poema en su honor de Gerald Manley Hopkins, The Leaden Echo and the Golden Echo, dos de sus cuatro hijos leyeron dedicatorias en recuerdo de su madre. Y por último, su nieto Rhys Tuvey quiso rendir su particular homenaje a su abuela interpretando un solo de trompeta de Amazing Grace.
Taylor falleció a los 79 años en un hospital de Los Angeles, donde llevaba ingresada seis semanas por una insuficiencia cardíaca y pulmonar. En los próximos días se celebrará un funeral público para dar el último adiós a la gran actriz de clásicos como Cleopatra, ¿Quién teme a Virginia Wolf? o La gata sobre el tejado de zinc.
Los restos mortales de la gran Liz podrían ser trasladados al Gran Mausoleo de este cementerio, donde descansa su gran amigo Michael Jackson y compañeros de profesión como Clark Gable, Jean Harlow y Carole Lombard.