Plasmar en unas líneas la trayectoria de un grupo como Duran Duran, que ha permanecido en activo (con algún que otro altibajo) desde los años 80 hasta hoy, sería una sucesión de datos, cifras y adjetivos de sobra conocidos por sus seguidores. En este particular viaje en la máquina del tiempo la mejor muestra de que las cosas cambian con los años está en las imágenes. Quién te ha visto y quién te ve dirían los que quizá, mirando estas instantáneas, no reconozcan a los que en su día causaron furor entre las adolescentes y que ahora son unos maduros resultones o al menos intentan mantener esa imagen moderna de estrella del pop. En cuestión de gustos no hay que meterse.
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Si los peinados de John Taylor, otro ídolo por el que se desgañitaban las fans, y Nick Rhodes han logrado sobrevivir a las décadas y adaptarse, lo mismo ha ocurrido con su sonido. Igual de vibrante e impactante que en sus inicios, pero con un toque mucho más electrónico y menos oscuro, hay que ir con lo que pide la mayoría, sigue conquistando a los nostálgicos de cualquier nota que huela al pop ochentero. Le Bon mismo describió en una ocasión al grupo como "la banda con que bailar mientras caen las bombas" y siempre fueron alabados por sus esfuerzos por girar hacia un pop puro, alejado del punk de sus coetáneos. El único que se descolgó hace unos años de este nuevo Duran Duran fue Andy Taylor.
Para Duran Duran la veteranía es un grado y se han lanzado, quizá por eso, a hacerse un hueco un mercado repleto de adolescentes imberbes que levantan barreras de fans delante de las nuevas generaciones. Aunque en realidad, a quienes ellos conquistan es a los nostálgicos que seguimos añorando el escalofrío que nos producían sus canciones…