El amor necesita la admiración y la complicidad para durar
El psiquiatra Enrique Rojas enumera las claves del amor eterno: la sexualidad, las creencias comunes, la voluntad, la inteligencia, el compromiso y el dinamismo
Hoy es el día de los enamorados y muchas parejas celebran su amor en todo el mundo. Pero, ¿cuál es la receta del amor eterno? El psiquiatra Enrique Rojas ofrece dos fórmulas para que el amor "no tenga fecha de caducidad": mantener la admiración hacia la otra persona, y la complicidad, entendida como "un proyecto compartido".
En este sentido, Rojas sostiene, en declaraciones a Efe, que el desamor es "una de las enfermedades más dolorosas", y las rupturas conyugales, la "primera epidemia del mundo actual, por delante del sida, la droga o la depresión", por lo que una fecha como la de San Valentín es "agridulce, ya que, cuando el amor llega, puede ser ciego, pero cuando se va, es muy lúcido".
Así, Rojas ha señalado que, por una parte, el día de los enamorados se trata de una fecha "muy bonita, que recuerda que el amor es el primer argumento de la vida y lo que el ser humano necesita para ser feliz", pero que, por otro, hay que ser consciente de que "el amor se ha edulcorado hasta olvidar que, o se trabaja, o se desvanece".
Por ello, Rojas se ha referido a "un cambio de enfoque", que contempla al amor como "una decisión, una determinación de cuidarlo", frente a lo que él considera "uno de los grandes errores de nuestro tiempo", a saber, "pensar que sólo es un sentimiento, lo cual es propio de amores inmaduros e inconsistentes".
Rojas ha postulado que, además de como un sentimiento, el amor debe entenderse como la combinación de seis ingredientes más, con los que se consigue "la alquimia del amor": la sexualidad, las creencias comunes, la voluntad, la inteligencia, el compromiso y el dinamismo, ya que el amor es "perfectible y defectible".
A mayor espiritualidad, amor más duradero
La espiritualidad, apunta Rojas, aludiendo a numerosos estudios llevados a cabo en Canadá, Australia o EEUU, aporta "solidez" a la pareja, como la que se da entre "los judíos, los mormones o los católicos practicantes", y la contrapone con uno de los fenómenos amorosos propios del siglo XXI: "los amores mercuriales".
"Son relaciones transitorias, sorprendentes y caleidoscópicas, encuentros epidérmicos, que generan un zapping amoroso, con relaciones de usar y tirar, líquidas, que a corto plazo son divertidas pero que, a la larga, dejan un vacío muy grande y un escepticismo", describe Rojas.
El psiquiatra granadino subraya que esto no se debe a una crisis de la pareja, sino de la persona: "hemos creado en la sociedad personas muy endebles, muy frágiles y muy poco formadas", y señala que el hecho de que el enamoramiento se produzca con frecuencia a edades tempranas puede propiciar la confusión.
"En la juventud todavía no hay información suficiente y, en el vocabulario afectivo personal, no se distingue entre el deseo, el te quiero, te amo, te busco... Hay un turbión semántico", expone Rojas, quien ha dado pistas para detectar cuándo uno está enamorado.
"El primer síntoma es tener la cabeza hipotecada por la otra persona, no dejar de pensar en ella, el segundo, que el proyecto de vida sin ella no tenga mucho sentido y, por último, necesitar al otro", indica Rojas.
También cifra las condiciones para que se produzca el enamoramiento, al que ha calificado de "borrachera inolvidable, y encontrarse a uno mismo fuera de uno mismo", en "la admiración por la otra persona y la atracción".
Sobre ésta última, Rojas distingue entre la que puede sentir un hombre y una mujer: "el hombre occidental se enamora por la vista, y la mujer por el oído, es decir, el varón por la belleza física, mientras que la mujer, que entiende más de sentimientos, siente atracción psicológica, se enamora de la belleza interior".
El resto del proceso del enamoramiento, afirma Rojas, consiste en que la personalidad del otro se "vaya colando en uno" hasta que sea "fuerte y sólido y ocupe toda su vida", ya que "ahí está su grandeza". Rojas es catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas.