Desde el porche y sentada en su sofá (en el que Suleman supo que estaba embarazada de octillizos), la “Octomamá” culpaba a la prensa de convertirla en una especie de caricatura. Pero lo cierto es que Suleman ha decidido venderlo todo «por una cuestión de supervivencia: comida, refugio y ropa. Hay problemas financieros». Y con “venderlo todo” entiende absolutamente todo: desde un sujetador de lactancia por 20 dólares (unos 15 euros); hasta el llamado “Octofridge” (el frigorífico donde almacenó la fórmula de los bebés), que vendió por 85 dólares (63 euros). También subastó unos minúsculos disfraces de diablo que llevaron los octillizos en Halloween (y que vendió por 50 dólares, es decir, 37 euros), y el bikini rojo con el que posó para una revista luciendo su tipo después del parto.
La convocatoria congregó a más de 150 vecinos frente a la casa de los Suleman. Sin duda, la venta más polémica de todas es la de las fotografías familiares. Por diez dólares (unos 7,5 euros), los curiosos podían hacerse una foto con Nadya, y por 100 dólares (unos 75 euros), con todos los niños.
Nadya, soltera y madre de 14 niños, sigue en paro y sin ingresos desde que su embarazo la llevó a la fama. Lo cierto es que hasta este momento, ha contado con la suerte a su favor, pero ni las ayudas estatales, ni los programas de televisión a los que ha acudido ni las entrevistas que ha concedido, parecen ser suficiente para alimentar a sus bebés. Ahora Nadya Suleman apela a la compasión de los estadounidenses para salvar a su familia.
Mientras las críticas por el que era un “desastre anunciado” se ciernen sobre ella, Suleman insiste en que es una buena madre y que ha rechazado ofertas para posar desnuda y participar en películas de adultos. “Saldremos de esta”, dijo el sábado.