Las infantas Leonor y Sofía se unen al entusiasmo de la Familia Real en la recepción a la selección española
Tras la visita al Palacio Real y la Moncloa, los jugadores se dieron un auténtico baño de masas por las calles de Madrid
El color rojo y el azul han invadido el Palacio Real de Madrid en el encuentro de la Familia Real con los campeones del mundo. El rey don Juan Carlos, la reina Sofía, la infanta Elena y los Príncipes de Asturias han recibido a los jugadores, entrenador, equipo técnico de la selección y directivos que han llegado con la Copa del Mundo, lograda en Sudáfrica por primera vez en la historia. Un trofeo que pisa por fin suelo español y con el que han posado más que sonrientes. La Reina y la infanta Elena, de rojo, el príncipe Felipe y el Rey, con traje azul con detalles rojos como las corbatas, y la princesa Letizia, de azul y blanco, han hecho honor como merecía la ocasión a los colores con los que los futbolistas han arrasado en el Mundial.
El Rey, que no pudo viajar a la final, dio cariñosos abrazos a muchos de los jugadores y destacó en un breve discurso el "ejemplo de deportividad, nobleza, buen juego y trabajo en equipo" del que han hecho gala. Recordó el trabajo de Vicente del Bosque, el entrenador, a quien "no le gusta aparecer, pero que siempre tendrá mi reconocimiento", dijo, para terminar con un "gracias en nombre de toda España por vuestro ejemplo y vuestro espíritu". El Monarca recibió de manos de Casillas una camiseta con la estrella del Mundial ya sobre el escudo y firmada por todos los jugadores.
Para la foto de grupo se unieron a ellos las dos hijas de los Príncipes de Asturias, las infantas Leonor y Sofía, que ataviadas con la camiseta roja de la selección acapararon todas las miradas. Con una cierta timidez, las pequeñas se separaron de sus padres para darle un beso en la mejilla al capitán Iker Casillas, que bajó el pesado trofeo a su altura para que lo tocaran. Incluso la infanta Leonor quiso cogerlo, pero pesaba tanto que tuvo que ayudarla el deportista. Algunos de los jugadores les dejaron también su medalla a las niñas para que se la colgaran al cuello.
Poco antes de las 15:00 horas la Roja aterrizaba en Barajas. Su avión, con sendas banderas nacionales saliendo por las ventanillas del piloto y del copiloto, se dirigió, tras tomar tierra, a la zona del antiguo pabellón de Estado del aeropuerto, donde varios centenares de periodistas y el personal de las instalaciones aeroportuarias recibieron a los héroes nacionales entre vítores, silbidos y cláxones, así como con dos gigantescas pancartas con el lema "Bienvenido a un país más feliz. Gracias". Unos pocos privilegiados, ya que se pidió expresamente a la afición que no acudiera a Barajas y se esperara a las ocasiones programadas con tal fin para felicitar a sus ídolos.
El primero en salir y bajar por la escalerilla fue el capitán, Iker Casillas, con el preciado trofeo; a continuación, el seleccionador, Vicente del Bosque, y después todos los demás, con enorme satisfacción. Viajaban en el mismo vuelo que la Selección española, familiares y amigos de técnicos y jugadores, dirigentes y personal de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y gran parte de los periodistas españoles que han seguido el Mundial. Los jugadores se dirigieron en autobús pocos minutos después a un hotel en las cercanías del aeropuerto para almorzar y tomar fuerzas para la frenética tarde de homenajes (todos merecidos) que les esperaban, entre ellos la recepción antes mencionada con la Familia Real española en el Palacio Real.
Después se trasladaron a la Moncloa para encontrarse con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y con otros miembros del Gobierno, funcionarios y sus hijos que allí les esperaban al pie de un escenario con un enorme cartel que ponía: "¡Felicidades campeones!". Entre vítores a los jugadores, gritos de "campeones" y peticiones a todos para que botaran -y lo hicieron incluso el presidente Zapatero-, comenzó a hablar Vicente del Bosque que dedicó el premio a toda "la familia del fútbol español", también a los clubes más humildes. A Iker Casillas le hicieron la ola sus compañeros cuando se acercó al micrófono para ejercer de portavoz de su equipo: "Hemos traído esta copa de Sudáfrica porque nos lo hemos merecido para España entera, porque el nombre de España va a estar durante cuatro años en lo más alto del mundo. Muchas gracias por todo y ¡viva España!". Zapatero les dio la enhorabuena por "este gran triunfo histórico" y les felicitó "de corazón". "Esta copa la han ganado ellos pero es de todos los españoles" dijo el político. Iniesta bromeó cuando le "obligaron" a decir unas palabras, "si lo sé no marco el gol" dijo, y dio "las gracias por el recibimiento", confesando el orgullo de formar parte de esa selección.
Les esperaba luego un auténtico baño de masas por las calles de Madrid, en el que fueron jaleados por una afición que aún no había pegado ojo. Cientos de seguidores, muchos de los que empezaron el domingo de madrugada la fiesta y otros que viajaron desde todas partes del país, estuvieron en el recorrido de un tour que pasó por Princesa, Plaza de España, Gran Vía, Cibeles, Neptuno, Atocha, Ronda de Atocha, Ronda de Valencia, Embajadores, Puerta de Toledo, Gran Vía de San Francisco, Bailén y Glorieta de San Vicente.
A las 21.00 estaba prevista su llegada a la explanada preparada en el Puente del Rey, donde la fiesta se prolongará hasta que el cuerpo aguante. Sin embargo fue cerca de las once, dado el retraso que tuvo la caravana, cuando llegaron a un escenario en el que actuaron David Bisbal, David Bustamante, La Unión, Antonio Carmona, Pignoise, Soraya y Manolo Escobar que recibieron a los campeones para que ellos continuaran poniendo música a un momento histórico. Y lo hicieron: con sus gritos, sus bromas y los comentarios del maestro de ceremonias de la selección, Pepe Reina, que una vez más arrancó una sonrisa a todos los presentes.