La noche de los Goya fue una noche plagada de sorpresas.El encuentro de Penélope Cruz y Javier Bardem en el patio de butacas y la sorprendente aparición de Pedro Almodóvar en el escenario no dejaron a nadie indiferente. Cuando faltaban escasos minutos para que diera por concluida la XXIV edición de los Goya, el presentador de la gala, Andreu Buenafuente y Rosa María Sardá anunciaron que Almodóvar entregaría el premio a la mejor película. Ante la sorpresa y la ovación de los 1.800 invitados que se pusieron en pie para recibirle, el cineasta hizo entrega del Goya a la mejor película a Celda 211, la gran triunfadora de la noche con ocho galardones.
El director manchego, que no se había dejado ver en toda la noche, apareció en el escenario para reconciliarse con la Academia de Cine, una institución que el cineasta había abandonado en 2005 por estar de acuerdo con el sistema de votación y la falta de generosidad que la Academia había tenido con él. “Dicen que los Goya y su público tienen fama de ser fríos: habéis demostrado que no lo sois en absoluto", comenzó tras escuchar la ovación de todos los invitados.
A pesar de que anoche su película, Los abrazos rotos, sólo se llevo un Goyade los cinco a los que optaba, el de mejor música original, de Alberto Iglesias, Pedro decidió reencontrarse con los Goya por la insistencia de Álex de la Iglesia. "Tenéis un presidente muy pesado", comentó en su presentación. “Realmente estoy aquí porque ha insistido hasta la saciedad, hasta hace dos días. Yo tenía mis peros, pero él me dijo 'hacemos como si fuera una cosa de espionaje' y me han llevado a un hotel de enfrente", donde he estado "escondido" hasta el último momento. Pero me quedé sin argumentos cuando Alex de la Iglesia le replicó que "a los Oscar sí que iba a ir". De este modo, Almodóvar selló la paz y puso fin a casi cinco años de desencuentros con la Academia de cine español.