Las historias de supervivencia, dolor y desolación continúan traspasando las fronteras de Haití, donde el pasado día 12un terrible terremoto derrumbó una ciudad entera, puso fin a millones de sueños y sesgó cientos de miles de vidas demasiado jóvenes.
Entre todas las desgracias sin duda las que más encogen el corazón son las protagonizadas por los niños: muchos murieron bajo los escombros, y los que lograron sobrevivir, se encuentran ahora desamparados, heridos, sin familia ni lugar donde ir.
Una de ellos es la pequeña Mana Morin Perrett, de cinco años. Según cuenta la agencia de noticias AFP, su pierna está destrozada, un tercio de sus compañeros están muertos y el orfanato donde vivía se derrumbó. Ella es uno de los niños haitianos que debe comenzar una nueva vida en Francia; una historia entre un total de 74 niños que ya eran huérfanos antes de la catástrofe y a los que el fatídico terremoto ha sacado del olvido.
El rostro de Redjeson Hausteen, de tan solo dos años, dio la vuelta al mundo tras ser rescatado por Óscar Vega, un bombero español que consiguió escuchar su voz bajo los escombros y con las manos fue retirando las piedras que lo sepultaban. El pequeño, que pasó 52 horas sepultado y cogido del brazo de su abuelo muerto, consiguió esbozar una sonrisa cuando le entregaron a los brazos de su madre.
Otro de los rescates más asombrosos fue el de la pequeña Elisabeth, una niña de apenas 23 días de vida, pero con muchas ganas de vivir y que aguantó ocho días entre los escombros. Más de una semana, con sus días y sus noches, sin agua ni comida, en los que solo estaba acompañada de su hermanito, un niño de cinco años. Tras siete horas de ardua excavación, los equipos de emergencia consiguieron liberarlos. Los pequeños estaban deshidratados y muy débiles, pero vivos. Un auténtico milagro.
En medio de la tragedia y la devastación que vive Puerto Príncipe, también nacen vidas. El primer bebé en llegar al mundo en Haití tras el devastador terremoto nació en un hospital de campaña instalado en un estadio de fútbol. Israel, que es como se llamará el pequeño, podrá contar que él nació tras el seísmo. También la pequeña Selinda llegó al mundo cuatro días después de la tragedia. Su madre, Suline Lenon, de 26 años, dio a luz en plena calle y no pudo contener su alegría al comprobar que su niña se encontraba en perfecto estado.
También algunos han nacido antes de tiempo, como la pequeña Esther, que nació prematura y que afortunadamente se encuentra en una incubadora bajo la atenta mirada de las enfermeras que ayer mismo le trajeron al mundo en Puerto Príncipe.
El drama de los orfanatos
Aquellos niños que han perdido a su familia se han quedado sin nada. Con el corazón destrozado, pasan hambre y ni siquiera los orfanatos pueden acogerlos: no quedan edificios en pie. La dramática situación de estos pequeños ha provocado una oleada masiva de peticiones de adopción desde todos los rincones del mundo.
No obstante, el tema de las adopciones es un asunto muy delicado y espinoso. Mientras que personas como la protectora de la infancia Mayi Garneadia-Oerre, del orfanato de Mana, aseguró a AFP que "No detendremos a ningún niño de ser salvado", algunas ONG’s advierten de las precauciones que se deben tomar ante estos niños y desaconsejan las adopciones internacionales. Organizaciones como Save the Children y World Vision, entre otras, temen que las adopciones vía rápida rompan algunas familias para siempre y generen niños “desarraigados”. La misma opinión que mantiene UNICEF, que pide que se paralicen las nuevas adopciones hasta que los niños supervivientes se reencuentren con la familia que les pueda quedar.
Con todo ya existen ofrecimientos de varios países para acoger a los miles de huérfanos. Según datos de agencias, en Brasil, por ejemplo, 300 parejas se han ofrecido para adoptar a los huérfanos de Haití y Estados Unidos ha trasladado a su territorio nacional a 53 niños haitianos para que sean adoptados, mientras que Holanda ha hecho lo propio con 123 niños.