Médicos, equipos de rescate y fuerzas armadas llevan esperanza a un Haití sumido en la pobreza, el caos y la destrucción
El ex presidente estadounidense Bill Clinton, acompañado por su hija Chelsea, coordina en el país el reparto de la ayuda humanitaria como enviado especial de la ONU
Ha pasado ya una semana desde el devastador terremoto que azotó Haití y la población que sobrevivió a la tragedia aún vive entre la incredulidad por lo acontecido y el dolor no sólo de sus heridas sino también por la pérdida de sus seres queridos y sus hogares. No hay cifras oficiales de víctimas, pero se habla ya de más de 100.000 fallecidos.
En Puerto Príncipe, capital del país y lugar que resultó más afectado por el seísmo, se han desatado actos de pillaje. Muchos han sido los establecimientos en los que se ha podido ver a la gente llevándose cajas de alimentos. En medio del caos y la inseguridad reinante en el territorio, las fuerzas armadas han comenzado a repartir la ayuda humanitaria entre los refugiados. Algunos lo hacen sobre el terreno, pero otros prefieren hacerlo desde los helicópteros para evitar así las agresiones y aglomeraciones.
Muchos de los supervivientes al terremoto se han concentrado en pequeñas ciudades formadas por improvisadas tiendas en las que el ejército estadounidense reparte agua y alimentos a decenas de personas que hacen largas colas esperando su turno para recibir los suministros. Los más desesperados han protagonizado episodios de violencia al tratar de sobrepasar la alambrada de las Naciones Unidas para hacerse con la ayuda humanitaria que la ONU no ha podido entregar todavía.
Los equipos de rescate trabajan a contrarreloj tratando de encontrar posibles supervivientes, aunque ya sólo consiguen sacar cuerpos sin vida de los escombros. En las últimas horas han hallado el cadáver de la subinspectora de Policía española Rosa Crespo Biel. Aunque el Ministerio de Exteriores no lo ha confirmado, y a la espera de los resultados de las pruebas forenses, sí lo han hecho fuentes de la familia citadas por la agencia Efe. Crespo Biel, de 47 años, casada y con dos hijas, trabajaba para la misión de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).
Con ella son tres los españoles fallecidos en el seísmo de 7,3 grados que sacudió el país caribeño. El viernes pasado se confirmó la muerte del matrimonio formado por Yvez Batroni y María Jesús Plaza. Todavía se busca a la funcionaria europea Pilar Juárez tras encontrar un cadáver que después resultó no ser ella. La Embajada española en Haití ha localizado, hasta el momento, a 99 de los 111 españoles que se estima que podrían residir en el país caribeño.
A través de su fundación, y como enviado especial de la ONU, el ex presidente Bill Clinton llegaba ayer a Haití a bordo de un avión cargado con ayuda humanitaria. Ayuda traducida en medicinas y alimentos para los hospitales. Él mismo se encargó de supervisar la descarga del material y de que se distribuyera principalmente en el Hospital General de Puerto Príncipe, donde pudo comprobar personalmente la situación de los heridos y la falta de medios con los que cuenta el hospital, que serán paliados, entre otros, por la ayuda que él mismo ha llevado. Le acompañaba su hija Chelsea, quien ha trabajado directamente repartiendo alimentos en colaboración con la MINUSTAH.
Los niños, el símbolo de la esperanza
En medio del caos y la destrucción, los niños se han convertido en un símbolo para la esperanza en Haití. Los médicos desplazados allí han expresado su asombro ante la fortaleza mostrada por los más pequeños. Así, si hace unos días daba la vuelta al mundo la imagen de un bombero español que rescató a un niño que había permanecido sepultado entre escombros agarrado al brazo de su abuelo fallecido, hoy la protagonista es Carla, una bebé haitiana de dos años que ha logrado sobrevivir después de seis días atrapada. La pequeña fue atendida por médicos españoles en el Hospital Universitario La Paz de Puerto Príncipe tras ser rescatada por un equipo belga.
Pero ellos no han sido los únicos. El médico del SAMUR Alfonso Morán ha relatado que horas antes del rescate de Carla había atendido a otra niña de 13 años que había permanecido otros seis días atrapada bajo los escombros y que también llegó “en condiciones de deshidratación, pero sin ninguna lesión grave”.
Sorprende ver por las calles de Puerto Príncipe a los más vulnerables, los niños, con una sonrisa dibujada en el rostro a pesar del enorme sufrimiento que muchos de ellos están atravesando. Y no sólo por sus heridas físicas, sino también por haber vivido la pérdida de sus casas y teniendo que afrontar en muchos casos un futuro sin sus familias.