El cuento de hadas de Gesine y Jonathan Doria Pamphilj atraviesa una época convulsa. Los hermanos, pertenecientes a una de las sagas aristocráticas con más renombre de Italia, están inmersos en una batalla legal por el legado de la fabulosa fortuna familiar.
Los dos príncipes, hermanos de adopción, fueron adoptados cuando apenas eran unos niños por el matrimonio Doria Pamphilj, los príncipes Orietta Doria Pamphilj y el británico Frank Progson. Así los pequeños Archibald y Mary (sus nombres originales) cambiaron el orfanato inglés en el que vivían por las paredes de uno de los palacios más ilustres de Roma, el palacio Doria, que data del siglo XV. Automáticamente, también, entraron a formar parte de una gran familia, unida hasta hace tres años, y en la lista directa por la herencia familiar, valorada en unos mil millones de euros.
No en vano, solamente el palacio contiene una de las colecciones privadas de arte más importantes, con 650 piezas, entre las que destacan significativas obras de artistas como Caravaggio, Tiziano, Bernini, Brueghel el Viejo, Tintoretto, Parmiggianino o Rafael.
La princesa Orietta Doria Pamphilj, falleció en el año 2000 después de un larga batalla con el cáncer, dos años después de la muerte de su esposo, Frank. Ahora los hermanos se enfrentan por proteger la millonaria fortuna.
Resulta que Jonathan, de 45 años y homosexual, está casado con Elson Edeno Braga, brasileño, aunque su unión no está reconocida en Italia. Cuando quisieron tener descendencia, Gesine, de 46 años, les recomendó que adoptaran. No obstante, decidieron recurrir a una madre alquiler. Mejor dicho, a dos, una para cada uno de sus hijos: Emily, de tres años, y Filippo Andrea, de dos.
La princesa Gesine también está casada, con Massimiliano Floridi, y el matrimonio tiene cuatro hijas: Anna, Elisa, Orietta e Irene, de entre 5 y 15 años. Aunque están intentado llevar el litigio de forma privada, la historia ha saltado a los medios, y la princesa ha desmentido las malas lenguas, que afirman que su intención es salvaguardar el legado en favor de sus niñas, según informa la prensa británica. Ella, sin embargo, ha llevado el caso ante la Justicia porque la ley italiana no reconoce este tipo de paternidad, por lo que no serían legítimos herederos, y quiere para sus sobrinos una situación legal segura. Si bien los donantes de óvulos y esperma no tienen ningún derecho sobre los hijos, sí podrían tenerlo las madres de alquiler. Y teme que alguna aparezca y reclame su parte. "Esta no es la habitual disputa familiar sobre la herencia. Creo que estoy actuando en su mejor interés, para dar a estos niños la seguridad, la base legal para que sepan a qué atenerse”, recoge el diario Daily Mail.
Una dura batalla por un legado que se remonta más de 800 años, y un toque amargo en la que hasta ahora parecía una bonita historia de dos huérfanos, que se ganaron el corazón de una familia cuyo linaje que se remonta al siglo XVII.
Según han relatado fuentes ceranas a la familia a la prensa británica, los príncipes Orietta y Frank nunca concedieron un valor excesivo a lo material. Cuando se enamoraron en 1943, en Ancona, en la costa adriática, Frank ni siquiera sabía del ilustre origen de Orietta. La princesa Gesine ha manifestado su intención de reconciliarse con su hermano, una vez las cosas se aclaren. Habrá que esperar a la resolución del juicio para saber si su deseo se hace realidad.