Miguel Carcaño se ha quedado sin su principal argumento: su supuesta locura. Una demencia que nunca ha existido y que no fue la que le llevó a acabar con la vida de la joven Marta del Castillo hace ya más de seis meses,según confesó él mismo. Miguel está completamente cuerdo y ya no se puede escudar en ningún desequilibrio psicológico para atenuar su crimen. Está en perfecto estado mental.
Así lo han asegurado los forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Sevilla después de examinar durante el mes de julio a Carcaño. El objetivo de los expertos era buscar una enfermedad psiquiátrica que pudiese explicar el asesinato de la joven que, según el propio relato de Miguel, cometió junto al menor apodado ‘el Cuco’ el pasado 24 de enero. El examen psiquiátrico del principal acusado fue solicitado por su abogado y suponía, hasta la publicación de los presentes resultados, una oportunidad para lograr una importante reducción de la pena.
Dos psiquiatras y un psicólogo fueron los encargados de evaluar el estado mental de Miguel en tres entrevistas, realizadas los pasados días 2, 10 y 20 de julio. Para ello, Miguel fue trasladado a los juzgados del Prado de San Sebastián desde la cárcel de Morón de la Frontera, donde cumple prisión provisional desde el pasado 14 de febrero.
Con esta evaluación, los planes de Miguel se han torcido. El informe con las conclusiones de los forenses, al que ha accedido el diario elmundo.es, se encuentra en el Juzgado de Instrucción número 4 de Sevilla. Los expertos del IML son muy contundentes y aseguran que Miguel Carcaño no presenta “patología alguna”. Esto es, que ninguna enfermedad psicológica afectó a su inteligencia ni a su voluntad en el momento que asesinó, como él mismo reconoció, a la joven sevillana.
Más aún, según recogen las agencias, el informe insiste en que las capacidades de Miguel de conocer y querer se encontraban "intactas y no afectadas" cuando violó y asesinó a Marta, según su última declaración, el pasado 24 de enero de 2009.
Infancia y adolescencia
Además, el texto incide en los rasgos más relevantes de la infancia y adolescencia del joven, una vida no exenta de dificultades. Hechos como el abandono de su padre, el fallecimiento años después de su madre, y la figura del hermano mayor de Miguel, de 40 años, que se hizo cargo de él y que se encuentra imputado en el caso como presunto cómplice del crimen, ya que se habría encargado de “limpiar restos y huellas” tras el asesinato de Marta.