La iniciativa no tiene desperdicio y ha sorprendido a más de un ciudadano en la localidad australiana de Bundanoon. No fue una decisión tomada por el gobierno ni por la policía ni por ninguna institución central que decida el futuro de sus habitantes. Fueron ellos, sus ciudadanos, quienes a mano alzada, votaron a favor de esta iniciativa en la plaza municipal de su localidad en Nueva Gales del Sur, según publica BBC News.
Sólo uno de los residentes votó en contra de la iniciativa junto con un representante local de la industria de agua embotellada que como es obvio, también votó en contra.
¿Cuál es la razón de esta campaña contra el agua embotellada? El problema no es el agua, sino la botella, y más aún, la industria del embotellado.
Anualmente, la industria del embotellado genera una enorme cantidad de gases nocivos tóxicos que no hacen más que empeorar el estado de nuestro medio ambiente. Plásticos que emiten demasiados gases contaminantes para nuestro planeta. Sólo pensar en la cantidad de botellas que se deben fabricar diariamente para abastecer a la población mundial de agua, refrescos y demás bebidas, le hace a uno ver la envergadura del problema y sobretodo la buena iniciativa que ha tomado, en este caso, el pueblo de Bundanoon.
Lo que realmente deberíamos preguntarnos es ¿por qué pagar por algo que tenemos gratis? Nuestro caso, no es el que sufren en África miles y miles de personas, que tienen que andar kilómetros y kilómetros para poder rellenar sus garrafas de agua tan sólo para poder beber, lavarse o simplemente preparar la comida. Nosotros tenemos agua aunque es verdad que estamos mal acostumbrados en cuestiones de consumo y hábito. Cuanto más aprieta el calor, más usamos el agua embotellada para refrescarnos y esto es precisamente lo que pretenden evitar en Australia. Los comerciantes locales han preferido renunciar a los ingresos que pueden obtener de estas ventas y han lanzado un modelo de botella no contaminante para que puedan recargarlas de agua bajo el lema “Bundy on tap” que significa “rellena el grifo”.
Una iniciativa que hasta ha hecho mover ficha al presidente de Nueva Gales del Sur, Nathan Rees quien ha ordenado a las instituciones locales y a sus departamentos que no compren agua embotellada. Un ejemplo para hacer de esta campaña, un referente de cambio y ante todo, de responsabilidad.
A los turistas no se les obligará a cumplir con esta nueva ley y tanto en los comercios como en los negocios hosteleros se venderá agua embotellada sin problema para los visitantes extranjeros.
No es la primera iniciativa que se adopta buscando medidas para reducir la emisión de este tipo de gases a nuestro aire. En Toronto, Canadá, el ayuntamiento prohibió vender botellas de agua a los empleados y esto hizo que universidades e institutos se incluyeran en el proyecto.
Y nosotros podríamos ser los siguientes en adoptar algún tipo de medida parecida ya que en España y más concretamente en Madrid, disponemos de un agua de una calidad excelente. Una manera de ahorrar dinero en tiempos de crisis, emitir menos gases tóxicos a nuestro aire y así convertirnos poco a poco, en habitantes más sostenibles.