Entre el 16 de agosto y el 30 de diciembre de 1957, Pablo Picasso se cerró en el taller de la planta superior de La Californie, su estudio en Cannes, para trabajar en la serie Las Meninas, un exhaustivo análisis de la obra de Velázquez. Desde ayer, todos los admiradores del genial artista pueden examinar el boceto que le sirvió como antesala de la obra.
Esto es posible gracias a Catherine Hutin, la hija de Jacqueline, la última esposa del artista, que viajó ayer hasta Barcelona para donar al Museo Picasso de la ciudad esta pieza, titulada Esbozo para Las Meninas.
Este es el único dibujo preparatorio que utilizó Picasso para elaborar esta serie y se trata de una pieza prácticamente inédita, ya que solamente se ha enseñado al público en una ocasión, a través de un catálogo de la muestra ‘Olvidando a Velázquez’ que organizó el museo. Ni siquiera entonces se exhibió en las salas. Pero su valor se debe más bien a su contenido: Picasso sí que utilizó un boceto previo.
Una nueva visión de la obra
Ahora podemos observar cuál fue la idea original del pintor. El primer día de trabajo, Picasso realizó, en una hoja de un cuaderno de dibujo, un boceto de la obra de Velázquez que le sirvió de pauta para iniciar, al día siguiente, su primera gran tela de conjunto. Este dibujo, de líneas muy simples, casi caricaturescas, es la donación que ha realizado Catherine al museo.
No obstante, su importancia no tiene tanto que ver con su “secretismo” sino con su significado: revela una nueva visión del trabajo de Picasso.
En este sentido, el director del museo, Pepe Serra, comentó ayer a la prensa que «normalmente Picasso realizaba muchos dibujos preparatorios antes de abordar grandes telas. En este caso, extrañamente, no había constancia de que lo hubiera hecho. La aparición de este esbozo replantea la forma como Picasso se enfrentó a Las Meninas».
El artista establece, en este dibujo, las pautas del largo proceso que supondrá la creación de la serie, y es precisamente esta la primera revelación que nos ofrece. En contra de lo que se creía hasta ahora, Picasso sí que trabajó con un esquema previo, trabajó el lienzo antes de pintar el definitivo y no se enfrentó a él de una manera espontánea.
Es un análisis muy detallado y profundo de la composición, la perspectiva y la luz. Nos muestra a Velázquez con unas dimensiones desproporcionadas, dominando totalmente la parte izquierda de la composición. En el grupo central, formado por la infanta, las meninas y los enanos, Picasso ironiza sobre el papel de las doncellas exagerando la postura de servilismo extremo de María Agustina Sarmiento. Los dos guardadamas aparecen unidos en un solo cuerpo y la presencia de los reyes y del aposentador José Nieto queda nada más esbozada con cuatro rayas.
Jacqueline Picasso, su hija y el Museo de Barcelona
La estrecha relación entre Jacqueline y Barcelona se inició mucho antes de la primera visita de ésta, el año 1978, al Museu Picasso. De la mano de su marido, Picasso, Jacqueline compartió el entusiasmo por la creación del Museo, estimulada e impulsada por el artista con sus donaciones, a las que ella quiso dar continuidad con varias donaciones de gran importancia que le valieron la Medalla d’Or de la ciudad. Ahora, Catherine ha tomado el relevo de su madre, un apoyo “constante y fundamental”, según el museo, y con una gran generosidad y discreción.