La mayor amenaza con la que se enfrenta el hombre está causado por él mismo. Y es que el mayor riesgo para la salud en el siglo XXI será el aumento de las temperaturas. Al menos es lo que indica un estudio publicado por la revista The Lancet, y elaborado por científicos del University College (Londres).
La alarma se basa en que para el año 2090, las temperaturas habrán aumentado entre dos y tres grados de media en todo el mundo. Un crecimiento que alcanzará su pico precisamente en las zonas más sensibles y delicadas del hemisferio norte: hasta cinco grados en lugares como Canadá, Groenlandia o Siberia.
Los terribles efectos de las olas de calor
La consecuencia más patente de los efectos del aumento de las temperaturas en el hombre se pudo ver el verano de 2003. Según recuerda el informe, aquel año murieron 70.000 personas solamente en Europa. Con este trágico dato, los científicos que han elaborado el estudio quieren alertar a la población de los efectos de las olas de calor y auguran que el número de fallecidos por esta causa seguirá aumentando conforme pasen los años.
Por otra parte, el estudio ofrece una serie de soluciones y propuestas para reducir en lo posible estos efectos. Pide a los países ricos que inviertan en “tecnologías verdes”, sostenibles y no contaminantes.
Otra de las recomendaciones que realiza el estudio es cambiar algunos hábitos de vida, en ocasiones contaminantes y también perjudiciales para la salud, ya que fomentan la obesidad o el estrés. Una buena medida sería utilizar el coche únicamente para los desplazamientos estrictamente necesarios, y adoptar la costumbre de caminar.
En otros rincones del planeta, los efectos del calentamiento son igualmente demoledores: también crecerá el número de personas afectadas por enfermedades endémicas del trópico, como el dengue o la malaria. Y, una vez más, los países pobres sufrirán con mayor virulencia los efectos de las altas temperaturas.
Los países pobres, los más perjudicados
El caso de los países pobres responde a lo que el estudio llama “las mayores injusticias sanitarias”. Y no es para menos, ya que actualmente 1.500 millones de personas no tienen acceso a agua potable.
La parte más alarmante es que según el informe, si no se invierte la trayectoria actual, estos países verán cómo aumentan las inundaciones y las sequías, lo que acarreará nuevos males, como la propagación de la gastroenteritis o la malnutrición.
Llamamiento para reducir las emisiones
Lejos de quedarse en un mero informe, sus autores han querido realizar un llamamiento a los grandes agentes capaces de promover actuaciones: a los gobiernos, ONGs y agencias internacionales. El mensaje es muy claro: reducir las emisiones de CO2, la repoblación forestal y la aplicación de prácticas agrícolas más sostenibles.