Esta es una de esas historias de superación que tanto gustan en los Estados Unidos, y que, fronteras aparte, son todo un ejemplo de superación y valentía. Ian Thiermann es un estadounidense de 90 años, con una mente muy ágil y un carácter encantador. Su buen humor y su imagen amable son, en tiempos de crisis, sus mejores armas.
Ian, que ha rebasado con creces la edad de jubilarse, se ha puesto a trabajar en el supermercado de su pueblo. Él y su esposa, Terry, son dos de los miles de damnificados por la estafa de Bernard Madoff. Destapado el fraude, desaparecieron de un plumazo los 738.000 dólares (543.000 euros) que habían invertido. Tenían los ahorros de toda su vida en manos de un asesor, también arruinado, y fuera de guardarle rencor, los Thiermann sienten lástima por él.
El matrimonio vive en la localidad de Ben Lomond, a una hora y media de San Francisco, un lugar muy apacible, rodeado de árboles. Hasta ahora no tenían grandes lujos, pero sí podían permitirse vivir de las rentas y sentirse cómodos. La pareja es todo un ejemplo: religiosos y pacifistas, tienen un gran sentimiento ecológico. De hecho, aseguran que lo que más pena les da de haber perdido su dinero es que ya no podrán realizar tantas acciones filantrópicas.
Tras enterarse de la noticia, el primer golpe fue muy duro. Sin embargo, Ian, con su gran carácter emprendedor, decidió ponerse a trabajar. A los 90 años. Desde hace dos meses recibe a los clientes a la entrada del supermercado del pueblo, siempre con una sonrisa y les informa de las ofertas. De lunes a viernes, de 11 de la mañana a cinco de la tarde, por 10 dólares (7,35 euros) la hora.
El dueño del local está encantado con Ian. " Contrataría hoy mismo a cinco más como él. Es excelente. Es un buen modelo para otros empleados. Tiene una ética de trabajo que ya no vemos a menudo hoy en día" ha asegurado. Por su parte, Ian está contento, aunque extraña un trabajo "que suponga un reto intelectual mayor". Optimista, añade: "Es un trabajo de principiante, pero no pasa nada". Y es que este hombre estudió Administración de Empresas en la Universidad de Yale, gracias a una beca. Tiempo más tarde, llegó a ser el propietario de una empresa, dedicada a la poda de árboles, con 10 empleados.
Sin embargo, él prefiere no pensar en el pasado ni en el dinero perdido. Su fe, asegura, le lleva a perdonar y a no desear el mal a nadie. "Si esto te atrapa emocionalmente, te destruye", concluye.
Un luchador contra las adversidades
La vida de este hombre no ha sido siempre fácil. Nació en China, ya que, según cree, su madre (norteamericana), salió de viaje mientras estaba embarazada de Ian, para ocultar su embarazo, ya que era soltera. Después, Ian vivió en Escocia, y a los cuatro años, su cuidadora lo llevó a Chicago, donde conoció a la que sería su familia adoptiva. Las cosas mejoraron para el joven, tuvo una infancia feliz y acomodada. Sin embargo, el crack de 1929 hizo estragos en su familia. Su padre adoptivo no pudo sobrellevar la situación y terminó suicidándose.
Quizá la gran crisis económica actual (mayor que la del 29) traiga malos recuerdos a este hombre, pero parece haber sacado fuerzas de aquello. Ahora, con el inestimable amor de su cuarta mujer, Terry, de 72 años, sale adelante con una sonrisa y con la confianza de saber que tras la tormenta, siempre llega la calma.