Sería imposible imaginar la Historia del Cine sin pensar en los grandes directores y sus inseparables musas. El tandem perfecto actriz-director no es una nueva fórmula mágica para conquistar a crítica y público. Desde los años dorados de Hollywood, los cineastas más famosos estuvieron acompañados en sus grandes títulos por estrellas eternas. Alfred Hitchock vivió sus años de esplendor junto a la bellísima Grace Kelly, que poco después dejaría de ser la reina del cine para convertirse en Princesa de Mónaco. A sus órdenes protagonizó La ventana indiscreta y Crimen Perfecto.
Fueron tiempos de esplendor y reconocimiento para la actriz, que vio en la italiana Sophia Loren a una dura competidora en taquilla. Se convirtió en una de las protagonistas favoritas del genial Vittorio de Sica, como demostró en El oro de Nápoles, Ayer, hoy y mañana, Los girasoles, Bocaccio 70, Matrimonio a la italiana, El viaje, y en Dos mujeres, por la que Sophia ganó un Oscar a la Mejor Actriz.
Muchos años después, la meca del cine universal recibiría con los brazos abiertos a una nueva generación de intérpretes con tanto talento como belleza. Uma Thurman, Scarlett Johansson y Penélope Cruz son algunas de las reinas del star system del siglo XXI. Uma ya se consolidó a finales de los noventa con sus intervenciones en algunos de los filmes de su director fetiche: Quentin Tarantino. Y la complicidad y amistad que hay entre ambos traspasó las escenas de Pulp Fiction, o las dos entregas de Kill Bill.
Mucho menos dadas a las películas de acción son Penélope y Scarlett. Ambas coincidieron el rodaje de Vicky Cristina Barcelona, a las órdenes de Woody Allen. El director neoyorkino volvía, así, a tener entre sus filas a una de sus actrices fetiche. La que muchos llaman ya 'la nueva Marilyn' ya había trabajado con Allen en Match Point y en Scoop. Sin embargo, para la actriz madrileña era la primera ocasión en que trabajaba con Woody. Si su vida ha estado marcada por un director, ése ha sido Pedro Almodóvar. Hace poco Penélope confesaba que si sólo pudiera trabajar con un director en el mundo, ése sería Pedro. Carne Trémula, Todo sobre mi madre, Volver y Los abrazos rotos han marcado el camino común de Penélope Cruz y el director manchego.
Ellos los prefieren guapos
No sólo las grandes divas han marcado un hito en la carrera cinematográfica de los genios del séptimo arte. También los chicos han inspirado grandes títulos y se han convertido en actores insignes por derecho propio. Así le sucedió a Russell Crowe con Ridley Scott. Gracias a su papel en Gladiator se llevó el Oscar, y no le hicieron falta más estatuillas para demostrar su solvencia como actor en Un buen año, American Ganster y Red de mentiras. Precisamente, en ésta última tuvo que compartir protagonismo con uno de sus rivales en la taquilla: Leonardo DiCaprio. La carrera de este artista de rostro aniñado ha sido meteórica y en buena parte la culpa es de Martin Scorsese, que prendado del trabajo de DiCaprio contó con él en el reparto de Gangs of New York, El aviador e Infiltrados.
Una relación profesional mucho más extensa es la que une a Johnny Deep y Tim Burton. Muchas de las películas del excéntrico director no hubieran sido las mismas sin la actuación de Deep. Filmes como Eduardo Manos Tijeras, Sleepy Hollow, Charlie y la Fábrica de Chocolate y Sweeny Tood demuestran que la unión de sus talentos es una fórmula infalible. La meca del cine también cuenta con españoles entre los actores de cabecera de ciertos cineastas. Este es el caso de Robert Rodriguez y Antonio Banderas. El malagueño ha protagonizado las diferentes entregas de Spy Kids, y, anteriormente, puso su acento latino en Four rooms y Desperado.