Para él ha sido su gran día. Para el resto del mundo, una fecha histórica. Más de dos millones de personas -cuatro veces la población habitual de Washington- y millones de telespectadores en todo el planeta han seguido en directo el momento en que, por primera vez, un afroamericano se ha convertido en Presidente de los Estados Unidos de América. La ceremonia ha tenido lugar en el Capitolio y ha batido todos los récords en términos de costes, seguridad y probablemente también de audiencia.
Con la emoción a flor de piel y las miradas de todo el mundo puestas sobre él, Barack Hussein Obama se ha convertido hoy a sus 47 años en el primer presidente negro de los Estados Unidos durante un acto que comenzaba con algo de retraso pero rodeado por una enorme expectación. Los ex presidentes Jimmy Carter, George Bush padre y Bill Clinton junto a su esposa Hillary, próxima secretaria de Estado, se sumaron a la amplia multitud concentrada frente al Capitolio. La ex primera dama Laura Bush y la esposa del vicepresidente, Lynne Cheney, caminaron juntas hasta el escenario para unirse al resto de invitados, seguidas por Michelle Obama y Jill, esposa del nuevo vicepresidente Joe Biden, y por el presidente saliente George W. Bush junto a Dick Cheney, que llegó en silla de ruedas tras haber sufrido un accidente.
La nueva Primera Dama, Michelle Obama, con un vestido amarillo y acompañada por sus hijas Malia y Sasha, de azul una y de naranja la otra, acompañaron al presidente electo hasta el Capitolio, donde el pastor evangélico Rick Warren estaba a punto de comenzar la ceremonia de investidura. La “Reina del Soul” Aretha Franklin, ataviada con un llamativo sombrero, abría el evento entonando con su imponente voz el tema “My Country 'Tis of Thee”. Finalizada su intervención, era Joe Biden quien juraba su cargo como vicepresidente del gobierno, prometiendo que “defenderá la Constitución de Estados Unidos” y que “protegerá al país de los enemigos”. El célebre compositor de cine John Williams, autor de míticas bandas sonoras como las de Indiana Jones o La guerra de las galaxias, puso música al momento que precedió al juramento de Obama.
“Yo, Barack Obama, juro solemnemente…”
Con el brazo derecho en alto y repitiendo las palabras del presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, quien en un momento tuvo que repetirle un fragmento de su declaración, Obama “juró solemnemente” su cargo ante la orgullosa mirada de su mujer, Michelle, que mostraba una evidente emoción contenida. Tras jurar el cargo, las salvas sonaron en Washington para celebrar a Barack Obama como el presidente número 44 del país.
Obama ha asumido el poder utilizando la misma Biblia que Abraham Lincoln usó en 1861 para jurar su cargo y que nadie había tocado desde entonces. El decimosexto Presidente estadounidense, de quien se conmemora este año el 200º aniversario de su nacimiento, es para Obama un ídolo político. Al igual que él, fue legislador de Illinois antes de llegar a la presidencia y entre sus grandes hazañas se recuerdan especialmente el mantenimiento de la unidad nacional con su victoria en la Guerra civil y la abolición de la esclavitud en 1862. Dos momentos históricos que hoy, con la llegada de un ciudadano afroamericano a la Casa Blanca y en un momento tan complicado para su país, cobran una especial relevancia.
Una vez jurado el cargo, el nuevo Presidente estadounidense tomó la palabra para pronunciar un discurso en el que daba a conocer las principales líneas de actuación que seguirá en su mandato y los grandes retos a los que se enfrentará durante los próximos cuatro años, destacando entre ellos la guerra y la crisis económica. Como ya hiciera el domingo durante el multitudinario concierto que se ofreció en su honor frente al monumento en memoria a Lincoln, Obama ha reconocido que guarda esperanzas en los ciudadanos, a los que ha pedido “responsabilidad” para afrontar con éxito los desafíos. Finalizado su discurso, Obama ha despedido a los Bush a los pies del helicóptero que les llevará a la base militar de Andrews y desde allí a su casa de Texas. Obama y su familia se han trasladado después al Capitolio para participar en un almuerzo con los congresistas. La nueva Familia presidencial pondrá después rumbo a la Casa Blanca en una limusina con la que participarán en un desfile por la avenida de Pensilvania junto a más de 90 bandas de música, carrozas y grupos comunitarios.
Una red de seguridad sin precedentes
Para el acto de investidura, el corazón de la capital estadounidense se blindó con un despliegue de seguridad sin precedentes en lo que a protección para un solo acto se refiere. Alrededor de 40.000 efectivos de seguridad entre agentes del servicio secreto, policías y militares, algo nunca visto en anteriores ceremonias de investidura, han velado porque todo saliese con la más absoluta normalidad. El presidente saliente, George W. Bush, decretó hace unos días el estado de excepción y ha sido con él con quien Obama ha abandonado esta mañana la Casa Blanca y con quien ha almorzado en el Capitolio junto a otros 200 invitados. Obama se desplazó al acto de investidura en un coche especialmente fabricado para él, que cuenta con un blindaje capaz de resistir el impacto de un misil.
El edificio que alberga las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos ha recibido a centenares de personas, entre ellas personas de otros países, que no han querido perderse este momento único en la historia, pese al intenso frío que reina en Washington. La gente comenzó a desplazarse al “Mall”, el espacio que se extiende entre el Capitolio y el Lincoln Memorial, desde primeras horas de la mañana. A las cinco de la madrugada ya se calculaba la presencia de unas 250.000 personas, y las últimas estimaciones daban un número próximo a los tres millones.
El Capitolio se conviertió hoy en un gigantesco plató de televisión desde el cual se ha retransmitido el momento en que el hijo de una blanca de Kansas y de un negro de Kenia ha ofrecido sus primeras palabras como Jefe de Estado de la nación más poderosa del mundo. Obama ha pronunciado su discurso de investidura en las escalinatas del Capitolio en un atril protegido por un cristal blindado y en presencia de George W. Bush. La ceremonia oficial terminará a las nueve de la noche, momento en que Obama se trasladará a la Casa Blanca para iniciar allí su nueva vida junto a su familia. Se espera que Obama recorra el último tramo a pie y salude antes de entrar en el que ya es su nuevo hogar.
Washington, una ciudad en fiesta
La ciudad de Washington, donde la sobriedad suele ser la nota dominante, vive desde hace unos días un ambiente festivo que hoy se ha multiplicado con motivo de la investidura del nuevo Presidente estadounidense. El gobierno local ha permitido a los bares de la capital servir alcohol hasta las cuatro de la mañana –dos horas más de lo permitido- y a los restaurantes servir comida durante las 24 horas del día. Medidas con las que pretenden acrecentar los ingresos en hostelería en una ciudad que ha recibido estos días a miles de personas.
El sentimiento que se respira en la capital es el sentimiento del cambio, del entusiasmo, de la esperanza y de la ilusión de muchos ciudadanos, especialmente afroamericanos, por ver por primera vez en el Despacho Oval a una persona de su misma raza. Alguien del que se esperan grandes cosas. A partir de mañana, Barack Obama comenzará su andadura como Presidente de Estados Unidos debiendo afrontar grandes desafíos. Entre ellos la crisis financiera que azota a su país, a la que ha prometido dedicarse en cuerpo y alma, y asuntos relevantes en política exterior como la guerra de Irak y el cierre de Guantánamo.