No ha querido dejar pasar más tiempo sin cumplir con esta cuenta pendiente. De manera que antes de retomar los preparativos para asumir la presidencia el próximo 20 de enero, ha hecho un hueco de dos semanas en su apretada agenda para pasar unas vacaciones en Hawai. Allí el Presidente electo se ha despedido finalmente de su abuela en una misa en su memoria a la que asistieron amigos y familiares, incluidas su esposa, Michelle; sus hijas, Malia y Sasha, y su hermanastra, Maya Soetoro-Ng. Los medios de comunicación no pudieron captar imágenes de esta ceremonia privada, celebrada en la Primera Iglesia Unitaria de Honolulu, en la isla Oahu, pero sí después del servicio religioso, cuando Obama y media docena de personas se trasladaron al punto de observación Lanai para lanzar a la pedregosa costa las cenizas de su abuela. Desde el mismo lugar en el que hace más de una década Obama había esparcido las cenizas de su madre después de su muerte.
Precisamente porque diez años atrás no había podido ver a su madre antes de morir de cáncer, Obama no se permitió que le ocurriera lo mismo con su abuela y se apresuró a verla por última vez, el pasado mes de octubre, cuando abruptamente dejó de lado la campaña y estuvo junto a su cama. El día después de la muerte de su abuela, el 3 de noviembre, víspera de las elecciones, Obama dio en un mitin electoral un epitafio conmovedor a su abuela: "Ella fue una de esos héroes silenciosos que tenemos en todo Estados Unidos. Ellos no son famosos. Sus nombres no están en los periódicos, pero trabajan duro todos los días. Ellos no buscan la fama. Todo lo que ellos buscan es sólo hacer lo correcto".