Bernard Madoff, el protagonista de la mayor estafa de la historia, ya está en su casa. Madoff, el hombre que ha estafado a medio mundo, no irá a la cárcel, al menos por el momento. Ya camina por las calles de Manhattan, eso sí, sin pasaporte y con un brazalete electrónico que monitoriza todos sus movimientos. Ha pactado un arresto domiciliario de 7 de la noche a 9 de la mañana.
Problemas familiares
La caída del expresidente del Nasdaq ha sido fugaz y en picado. De la noche a la mañana ha perdido toda su credibilidad y, parece, también el apoyo de su familia. Ha pactado con el juez instructor del caso una libertad bajo fianza de 10 millones de dólares y tan solo su mujer, Ruth, y su hermano y socio, Peter, se han puesto de su lado. Para pagar esta cifra, y si su marido se da la fuga, Ruth tendrá que deshacerse de su vivienda de Manhattan, su casa de verano en Montauk (uno de los refugios de la élite neoyorquina en la zona de Long Island, en los Hamptons) y la enorme mansión que poseen en Palm Beach, origen de muchas de sus “operaciones”. Además, la esposa de Madoff, también ha tenido que entregar su pasaporte hoy a mediodía.
Según los documentos judiciales, los dos hijos del matrimonio, Mark de 44 años, y Andrew, de 42, entregaron a su propio padre al FBI tras su confesión. Ambos trabajaban codo con codo en la empresa familiar y se han negado en rotundo a pagar la fianza establecida por el juez. Desde que se desatara el caso, además, no han mantenido contacto con su padre.
La prensa y la sociedad estadounidenses se le echan encima
El propio Madoff calcula su desfalco en 50.000 millones de dólares. Esta estafa ha irritado a toda la sociedad estadounidense, que sigue perpleja ante semejante fraude. Hoy se ha dado a conocer, asimismo, que a principios de diciembre Madoff estaba en “busca y captura” de nuevos clientes a los que estafar. Los últimos datos apuntan a que su mirada se había posado sobre la familia Pritzker, una de las más adineradas de EE.UU., y de la que Madoff pensaba sacar un buen botín, tal y como informa el Wall Street Journal.
El caso arroja continuamente nuevas informaciones y la prensa estadounidense sigue exhaustivamente todos y cada uno de los pasos del último “ídolo” caído de América. La imagen del día es la de un Madoff tranquilo, de vuelta a su casa, asediado por los periodistas y fotógrafos que se agolpan en su portal pero sin tener que pisar la cárcel, al menos por ahora. Vestido con una gorra oscura, quizá Madoff quería pasar desapercibido, pero la prensa se le ha echado encima intentando capturar la primera instantánea del multimillonario desde que se destapara el caso.