“Maddie, la verdad de la mentira”. Es el título que Gonçalo Amaral, ex inspector de la Policía Judiciaria Portuguesa y coordinador de la investigación del “caso Madeleine” durante los primeros cinco meses, ha escogido para desvelar cómo transcurrió la búsqueda de la pequeña Madeleine McCann, desaparecida el 3 de mayo de 2007 en el Algarve portugués.
En el texto, se resumen las dudas, los hechos y los interrogantes de una investigación sin precedentes.14 meses después de la desaparición se ha levantado toda sospecha sobre Kate y Jerry McCann, los padres de la niña, y el caso está archivado, pero la pequeña Maddie sigue sin aparecer.
Gonçalo es un hombre alto y corpulento, tal y como podíamos imaginar de un policía que ha trabajado contra el crimen durante más de 25 años, y que ha llevado durante los primeros cinco meses el peso de la investigación más mediática de los últimos tiempos: la desaparición de la pequeña Maddie. Gonzalo presentó ayer en Madrid el libro, rodeado de una gran expectación mediática, e hizo un hueco en su agenda para hablar con Hola.com.
La desaparición de Madeleine ha sido uno de los casos más seguidos por la prensa en todo el mundo. Ahora ha decidido publicar un libro sobre las investigaciones, ¿quedaba algo por decir?
He decidido escribir el libro para defender nuestra dignidad. Parte de la prensa británica e incluso el matrimonio McCann, han difamado mi nombre y el de la Policía Judiciaria de Portugal; solicité autorización para hablar pero nunca la obtuve, por eso he decidido escribirlo.
¿Qué relación tenía usted con el martimonio McCann?
Yo era el dirigente del departamento de investigación del caso en la Policía Judiciaria en Portimao. Me encargaba de ordenar todo el trabajo de investigación y asegurarme de siguiera su rumbo, así que he estado una o dos veces con el matrimonio, y también con todos los testigos y con los inspectores que trabajaban en el caso. No quiero discutir públicamente con los McCann, han perdido a una hija. No intereso yo ni los padres, aquí la única víctima es la niña.
La pregunta es obligada. ¿Sabe usted qué le pasó a Maddie?
Madeleine murió en el apartamento la misma noche de la desaparición. Es complicado asegurar cómo porque hay muchos indicios. Lo cierto es que la niña se despertó, que la niña ha desaparecido y que detrás del sofá había olor a cadáver y sangre humana.
Usted afirma que la niña cayó del sofá, se la encontraron y que su padre se la llevó a la playa
Sí. Hay testigos que dicen estar seguros en un 80 por ciento que el padre de Madeleine era la persona que llevaba un niño tapado camino de la playa, en el apartamento se ha encontrado olor a cadáver y sangre de la niña, y también dentro de un coche alquilado 23 días después.
En el apartamento había un sofá junto a una ventana, de unos tres o cuatro metros de altura a la calle, y que no cerraba bien. El sofá parece estar empujado de nuevo hacia la pared, como se ve en las fotos. ¿Qué puede haber pasado? Que la niña se haya despertado por la noche, se haya acercado a la ventana para mirar hacia el restaurante donde cenaban sus papás y haya caído.
En el libro dice que los testimonios del matrimonio y de los amigos eran contradictorios. ¿No es normal cierta confusión, en esos momentos de tensión?
Hay contradicciones que no son materialmente posibles. Por ejemplo, la madre habla de una ventana abierta (cuando descubrió que la pequeña faltaba), y yo me pregunto cómo es que los testigos encargados de vigilar a los niños, que pasaban por allá, a apenas dos metros, y que entraron en la habitación de Madeleine, dijeran que la vieron cerrada. Si las cosas hubiesen pasado según la primera versión, la ventana ya debería de haber estado abierta. Hay muchas contradicciones que faltan a la verdad. Si se lee en el sumario los movimientos que relatan esas personas, hay cosas que no son ciertas.
¿Cómo es posible que el primer examen del lugar, efectuado por la policía técnica, no fuera lo suficientemente riguroso para aportar pruebas concluyentes?
Desgraciadamente eso es algo que puede pasar. Los primeros policías que se desplazaron al lugar pensaron en un posible rapto como un hurto; no encontraron ninguna puerta ni ventana forzada, buscaron huellas dactilares de personas ajenas al apartamento y testimonios de personas que pudieran haber visto algo en la calle. No tuvieron la sensibilidad de considerar que los padres podían tener algo que ver con la desaparición de la niña.
¿Pensó usted desde el principio que no era un rapto?
No es normal que alguien insista y se empeñe en que es un rapto y no considere ninguna otra opción. Cuando un niño desaparece, se piensa que se ha podido escapar y muchas otras hipótesis. Y las contradicciones de todos ellos, hacen pensar que había pasado algo diferente. Trabajamos la teoría del rapto durante dos o tres meses, y entonces se empezó a pensar en la muerte.
La policía siguió manteniendo la teoría del rapto después de considerar que la niña estaba muerta. ¿Por qué?
Los padres hablaban del rapto como una necesidad. No había seguridad para los niños porque si no, no habría desaparecido Maddie. Y la teoría del raptó cayó cuando se probó que no se podía fundamentar en la ventana abierta.
En el libro afirma que incluso Kate, la madre de la pequeña, asumió en un momento la muerte de su hija. Hábleme de ese momento.
Sí. Tal y como se recoge en el sumario, una vez que él mundo entero se había volcado con la búsqueda de la niña, Kate recibió un inquietante email de una mujer que decía tener poderes. Esta mujer contaba que había tenido una premonición según la cual, el cuerpo de Madeleine estaba en una alcantarilla de Praia da Luz. En ese momento, Kate creyó en la premonición y se mandó buscar a la pequeña. Kate comenzó a actuar como si asumiera que Madeleine había muerto; incluso, llegó a contratar a un antiguo coronel sudafricano que podía localizar el cadáver de la niña con una máquina que busca átomos. El hombre llegó a participar en la búsqueda, pero sin éxito. Fueron muchos los supuestos adivinos que querían colaborar. Sin embrago, al tiempo, Kate volvió a su tesis de que la pequeña había sido raptada.
Más pruebas polémicas. Los perros detectaron olor a sangre y a cadáver, pero esas conclusiones no se admitieron como prueba oficial. ¿Qué validez tiene un rastreo de un perro en las investigaciones policiales?
En Inglaterra tiene mucho valor jurídico, así como en EE.UU., pero no en Portugal. Se ha devaluado su valor, se ha dicho que los perros obedecen a la voz del entrenador. Pero encontraron olor a cadáver y sangre humana que coincidía con la de Madeleine, y aunque no sirvió como prueba material, sí como información para la policía.
La consideración de Jerry y Kate como sospechosos fue muy polémica. Sin embargo, usted dice en su libro que la figura de “arguido” aporta el derecho al silencio, o a la no autoincriminación, algo ventajoso para cualquier interrogado. La prensa lo entendió como un ataque.
Se les consideró “arguidos” en el momento en que las pruebas apuntaban que podían haber cometido un delito. “Arguido” no es la misma figura que “inculpado” en España, es una figura que asegura derechos a defenderse y a mantenerse en silencio, y sirve muchas veces para poder exculparlos más tarde. Si uno habla como testigo está obligado a hablar de todo lo ocurrido, así que hay cosas que podrían inculparte.
Los medios de comunicación han jugado un papel muy importante en este caso. ¿Toda esa expectación mediática ayudó a buscar a la niña?
No. Para mí, la justicia se hace en silencio. Y con todo ese ruido, es muy difícil. Yo digo: ¿a quién interesa toda la publicidad? ¿Todos los “avistamientos” de la niña por todo el mundo? ¿Ayudaría eso a mantenerla viva? No; la matarían. Y los padres no quieren que su niña muera; entonces, ¿por qué dan publicidad a los avistamientos? Porque saben que la niña está muerta. Si no, no lo harían.
¿Pero cómo podrían unos padres mantener la tesis del rapto de su niña pequeña, si saben qué pasó realmente con su hija?
Es una manera de tirar para adelante, de sobrevivir. Es como una bola de nieve, que va creciendo. Con todo lo que han removido, con el fondo monetario que han creado, ¿cómo volver atrás y decir que murió? No se trata de frialdad sino de supervivencia.
Pero la investigación policial también se centró desde el principio en que Maddie estaba viva.
Efectivamente, y todos esos avistamientos que se hicieron públicos no eran beneficiosos para la niña. Si estuviera viva y no muerta como nosotros pensamos, toda esta publicidad, ¿qué aportaría a la niña?
¿Cómo vivió usted la búsqueda de Maddie? ¿Le ha marcado este caso?
Han sido momentos muy difíciles. Mi familia ha sufrido mucho, mi mujer y mis hijas… Las mantuve apartadas de la prensa y me centré en el caso. En septiembre, cuando comenzó la escuela, se desplazaron de nuestra ciudad a Portimaõ para estar más cerca de mí pero tuvieron que volver. La prensa nos perseguía e intentaba saber dónde vivimos. Solo se ha sabido ahora quiénes son, ahora que he decidido publicar el libro.
¿Se puede aprender algo de un caso tan trágico como la historia de la pequeña Maddie?
Desgraciadamente para la niña, su caso ha servido como caso de estudio. Antes de que yo saliera de la policía, el pasado 30 de junio, ya había comenzado una comisión para concretar una mejor actuación en estas situaciones.
Titula el libro “La verdad de la mentira”. ¿Cuál es la gran mentira en esta historia?
La verdad de la mentira es lo que nosotros llamamos la verdad material, la verdad pura. La verdad son los análisis, los procedimientos y los mecanismos que recoge el sumario. La mentira, o mejor dicho, la falta de verdad, es que la niña está viva. La niña está muerta. Los McCann son unos padres que han perdido a una hija a la que seguramente amaban mucho, y comprendo su dolor y su angustia.
¿Cree usted que algún día se sabrá qué le pasó a Maddie? ¿Conoceremos la verdad?
Sí. Había 9 personas en ese grupo de vacaciones. Quizá no saben que la niña está muerta, pero han podido recibir instrucciones sobre qué decir, tipo ‘has ido a la habitación y has mirado a la niña’; sin embargo ellos saben que eso no es verdad. Y por ahí se puede reabrir el sumario; algún día se puede saber toda la verdad.