Con el torso desnudo tatuado con los rostros de los numerosos amigos y artistas que colaboran con él en este disco, se muestra Miguel Bosé en la portada de su último álbum, que sale a la venta el martes 27 de marzo. Es un dibujo hecho en el taller del diseñador David Delfín que pone la cara a los quince los clásicos de su carrera que, en forma de duetos, ha incluido en Papito. Esta cariñosa palabra define su trabajo más especial, ya que conmemora sus treinta años subido a un escenario. "Había pensado hacer una fiesta en mi casa, pero luego los amigos te lo dejan todo hecho un asco" bromeó Miguel Bosé en la presentación oficial. Mantenerse tanto tiempo en la música ha sido un triunfo, según explicó, y pese a sus cincuenta años asegura: "Me quedan muchas cosas por hacer".
Entre esas tareas pendientes enumeró dos, escribir y dirigir, de las que no quiso dar demasiados detalles: " Hay cosas que íntimamente he desarrollado mucho y a las que probablemente voy a dar salida". Cada uno de los cantantes con los que comparte sus melodías tiene algo especial, tal y como detalló. Así Alaska es "la vanguardia y el riesgo"; Shakira es "la luz que por donde pasa ilumina"; Paulina Rubio, "el descaro y la malicia"; con Amaia Montero, vocalista de La Oreja de Van Gogh, "no se puede apostar, porque gana siempre"; Leonor Watling es "la belleza" y a Alejandro Sanz le definió como "un íntimo hermano". Junto a ellos, figuran otros nombres como Laura Pausini, Juanes, su sobrina Bimba o Michale Stipe de R.E.M, que versionarán temas como Bambú, Bandido, Morenamía y Nena.
Tiene prevista además una gira de conciertos que, desde el mes de mayo, le mantendrá ocupado cerca de año y medio y en la que el público tiene un papel fundamental. Serán conciertos "a la carta" en los que tocará los treinta temas más votados por los fans en su página web. Incluso algún afortunado podrá unirse a él sobre el escenario. "Para que canten en forma de karaoke", concluyó.