Adiós a Gregory Peck, una de las últimas leyendas de Hollywood

por hola.com
Había sido nombrado hace unos días el mayor héroe del cine por su magnífica interpretación de Atticus Finch en Matar a un ruiseñor, película que le valió el único Oscar de su carrera -a pesar de haber optado a la estatuilla cinco veces-. Gregory Peck, el bueno más bueno del séptimo arte, falleció la madrugada del pasado miércoles mientras dormía en su residencia californiana de La Jolla. Su agente, Monroe Friedman repitió a la agencia Associated Press las palabras de Veronique Passani, segunda esposa del actor, y compañera durante medio siglo, que se encontraba junto a él en el momento del fallecimiento: "Me dijo muy brevemente que estaba con él cogiéndole la mano. Él simplemente se durmió. Se estaba haciendo viejo y estaba cada vez más frágil. En realidad no estaba enfermo. Simplemente había hecho lo que tenía que hacer y murió de viejo".

Gregory Peck se fue con la misma elegancia y distinción con las que impregnó a sus personajes, que le convirtieron en una estrella y le ensalzaron como el héroe americano por excelencia. Porque el actor, uno de los últimos iconos de la época dorada de Hollywood, encarnó como nadie el espíritu del hombre tranquilo y tolerante, de la moral frente a los prejuicios, del equilibrio frente al fanatismo.

Un héroe poco convencional
Nació en La Jolla, California, el 5 de abril de 1916. Hijo de un farmacéutico, sus padres se divorciaron cuando era muy pequeño, por lo que se crió con su abuela. Cuentan que abandonó la carrera de Medicina en la Universidad de Berkeley por su deseo de dedicarse al mundo de la interpretación. Debutó en Broadway en 1942 y poco después participó en una prueba de actores promovida por el magnate David O. Seltznick, que le valió para abrirle las puertas del cine.