El ático madrileño de Sara, el lugar en el que la artista y Tony hubieran querido que se celebrara su enlace, acogió el viernes por la noche la cena nupcial con la que los contrayentes quisieron hacer partícipes de su felicidad a sus familiares y amigos más queridos.
José Luis fue el encargado de servir el banquete para ochenta personas en el que no faltaron ni el foie, ni la perdiz ni el rioja Viña Olagosa, de las bodegas Perica. El salón principal del domicilio de Sara y la terraza, cubierta para la ocasión con una carpa blanca, aparecían ricamente adornados con cientos de flores en tonos naranjas , rosas y azules.
Tony fue el encargado de recibir a los invitados mientras que Sara, del brazo de su sobrino, hizo su entrada en el salón cuando ya todos estaban impacientes por felicitarla. Como vestido de boda, por otra parte, Sara lució un traje dos piezas en seda bordada de cristal y paillettes color champán. Una corona de flores naturales -traídas desde La Mancha- adornaba su frente.