Los cerezos se cultivan en bancales (terrazas) en las montañas del Jerte siguiendo una tradición familiar de siglos, primero los situados en las zonas más bajas y los últimos, los de las más altas. Así pues, se puede ir visitando diferentes pueblos en función del momento que se elija para ir. Si se desea respirar tranquilidad y ver el espectáculo sin aglomeraciones, la primera semana de abril todavía es buen momento. La disposición, el entorno único y el microclima dan lugar a unas cerezas de gran calidad, así como a la picota del Jerte, una variedad que se produce de manera casi exclusiva en el valle.
Precisamente, la DOP tiene como uno de sus principales objetivos que se conozca la diferencia entre la cereza y esta, una especie que se desprende del árbol sin rabito y destaca por su calidad, su textura crujiente, su sabor dulce, su color oscuro y su menor tamaño. Para identificarlas hay que buscar el sello de garantía de la la Denominación de Origen Protregida que lo certifica.