Leonor, examen para una princesa: descubrimos los detalles desconocidos de su vida como cadete
La heredera al trono acomete una semana de pruebas de máxima exigencia
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Leonor cambia las aulas por el campo para aplicar todo lo aprendido hasta ahora en los libros. De las jornadas lectivas a días de instrucción de máxima exigencia, tanto física como mental, en el campo de maniobras de San Gregorio, donde estará con sus compañeros de segundo curso de la AGM hasta el 9 de febrero.
El sábado día 3, camino de cumplir seis meses de formación militar, la cadete Borbón Ortiz comenzaba una nueva fase de adiestramiento haciendo prácticas de instrucción de combate, tanto de pelotón como de sección, junto a casi 200 alumnos. Un examen —la demostración sobre el terreno de los conocimientos adquiridos— con el que tiene que probar sus capacidades para ejercer el mando de unidades y su nivel de instrucción como combatiente.
Para ello está haciendo prácticas con explosivos y fuego real, ejercicios de tiro con fusil de asalto y marchas de endurecimiento con todo el equipo.
Con las prácticas de pelotón y sección de fuego y movimiento aprende a moverse por el campo avanzando alineada con sus compañeros, que pasan del cuerpo a tierra (apoyar por el fuego) al salto con el que se van acercando al “enemigo” (un blanco fijo) haciendo fuego. La instrucción también incluye prácticas de pelotón y sección en defensiva y ofensiva y puede ser diurna o nocturna, con puestos de observación y manejo de equipos de transmisiones, que es otra de las asignaturas que estudian en Ingeniería de Organización Industrial. Clases a las que la princesa acude exactamente igual que sus compañeros —y seguro que con mayor exigencia, al hacer dos cursos en uno— e imparte el profesorado militar y el civil de la Universidad de Zaragoza.
Disfrutar de la instrucción nocturna
La princesa Leonor, al igual que sus compañeros, va a pasar al menos dos noches realizando instrucción nocturna, pero seguro que lo disfrutará mucho, porque la Topografía es su materia preferida. Se lo contó a ¡HOLA! en un corrillo cuando, respondiendo a la pregunta de cuáles son sus asignaturas favoritas, durante la recepción que se celebró en palacio el Día de la Fiesta Nacional, dijo que le encantan “las de ciencias”, y especialmente, “Topografía”.
La princesa de Asturias está de prácticas de combatiente desconectada del mundo, durmiendo en tienda de campaña y pasando dos noches al raso bajo las estrellas
En el primer curso, que concluyó antes de que jurara bandera, ya salió al campo con un topógrafo y un mapa manejando conceptos básicos, pero esta fase es de otro nivel y tienen que batallar con localizaciones más complicadas. En las practicas diurnas, deben identificar el punto en el mapa según las coordenadas, alcanzarlo sobre el terreno y demostrar que lo han encontrado poniendo una marca.
En cuanto a los recorridos topográficos nocturnos, Leonor tiene que demostrar que conoce las constelaciones y sabe orientarse por las estrellas, aunque conoce mucho al respecto. Desde niña las ha “estudiado” con su padre, que sigue teniendo pasión por la Astronomía. Para los dos, siempre es un plan perfecto rastrear el cielo con su telescopio.
‘Paridera del Santísimo’
Los cadetes del Ejército de Tierra tienen cerca de la AGM los campos de tiro y las instalaciones de María Cristina, donde se monta el campamento. También, a seis kilómetros de la academia, en la zona de vida de batallón conocida como “Paridera del Santísimo” del Centro Nacional de Adiestramiento (CENAD) San Gregorio, las unidades disponen de una infraestructura de campaña que hace más fácil la vida estando de maniobras. Hablamos de contenedores de cocina (las famosas Arpa de una empresa líder de Zaragoza), comedor y dormitorios, de ablución, duchas y hasta de un espacio para poder relajarse en el poco tiempo libre que se dispone, sobre todo, cuando las condiciones meteorológicas no son buenas.
Está haciendo prácticas con explosivos y fuego real, ejercicios de tiro con fusil de asalto y marchas de endurecimiento con todo el equipo
Es en los despliegues por el campo de maniobras militares —casi 34.000 hectáreas y un perímetro de 108 kilómetros— cuando, como en estos ejercicios que están realizando, se montan campamentos con tiendas. Individuales y modulares con comedor, duchas y cocina de campaña, donde se preparan los menús tanto de alimento fresco como congelado, aunque, según el tipo de instrucción, también se hace uso de termos y de raciones de previsión.
Una mochila para cubrir necesidades
Cuando se alejan de la zona de vida, todo se reduce a una mochila en la que no falta de nada para cubrir sus necesidades mínimas. Los cadetes, que visten el uniforme boscoso pixelado, llevan como extras un forro polar, gorro, guantes, braga de lana para el frío y traje de intemperie; neceser de maniobras, que se les entrega a principio de curso, y las raciones de campaña. Estas contienen tres módulos de latas para el desayuno, el almuerzo y la cena, que varían según el menú —hay 32 diferentes distribuidos en cuatro grupos en función de las cuatro estaciones, cada uno con 3.000 calorías al día—, que está regulado por el Manual Técnico de Alimentación en el Ejército de Tierra.
Todo rota y a la cadete Borbón Ortiz le puede tocar desde una ensalada campera a una ración de callos, lentejas o alubias, y la princesa lo celebrará, porque no tiene alergias alimentarias, porque es un régimen sano y equilibrado y, por supuesto, porque come mucho mejor que en el colegio de Gales. Ya lo dijo el Rey: “Lo que más echa de menos es la comida española”.
Tiene que probar su nivel de instrucción como combatiente, sus capacidades para ejercer el mando de unidades y demostrar que conoce las constelaciones y sabe orientarse por las estrellas
Además, en las raciones de campaña no falta el hornillo para calentar la comida, que se enciende con pastillas de combustible sólido que también llevan en la mochila junto con las cerillas, las tabletas depuradoras de agua, pastillas hidratantes, defatigantes y de vitamina C… Sin olvidar el equipo necesario para atravesar una noche en la que sopla el viento helador —son las temidas madrugadas de cierzo—, a menos cero grados y lloviendo, como está previsto para estos días.
Pero, preparados mentalmente para lo que venga, los cadetes usan una plancheta para aislarse del suelo, saco de dormir y un poncho impermeable que se amarra con cuerdas al suelo y sirve también de techo, cuando no disponen de tienda de campaña. Es lo que se llama un refugio de circunstancias, y cuando se desmonta, no puede quedar rastro de suciedad. Todos los desperdicios se guardan en la mochila para cumplir con la gestión de residuos.
En guardia
Las dos primeras semanas no fueron fáciles para la princesa de Asturias y le costó un poco integrarse. No estaba al cien por cien, aunque sí muy decidida a superar el reto. De ahí que, mientras algunos alumnos abandonaban nada más empezar la formación castrense, la cadete Borbón abordaba la situación firmemente decidida, tanto personal como institucionalmente, a prepararse lo mejor posible. Había ganas, nunca tuvo miedo a un reto y consigfuió su objetivo, aunque falta por saber si en este recorrido ha sufrido algún arresto, como le ocurrió a Felipe VI por llegar tarde en alguna ocasión.
Viste el uniforme boscoso pixelado y en la mochila lleva un hornillo para calentar la comida, pastillas hidratantes y de vitamina C y saco para dormir
Borbón Ortiz no ha bajado la guardia, tiene medio curso hecho y, según el círculo más cercano a los Reyes, “no puede estar más encantada ni más integrada. Es una cadete feliz que pone el máximo empeño en todos los programas de instrucción y lo está haciendo muy bien. No solo cumple, sino que sus resultados son motivo de orgullo para sus padres. Especialmente para Felipe VI, que pasó por lo mismo y sabe lo duro que es”. Y eso es algo que hace sentir muy bien a la princesa, porque, aunque quiere muchísimo a la Reina, su padre es el referente máximo y el modelo de actuación. El “jefe”, con el que comparte un destino.
Mejorando en hípica
La formación militar de la cadete Borbón Ortiz nos ha ofrecido una perspectiva diferente de la heredera al trono y la posibilidad de conocerla un poco mejor, al tiempo que los españoles se iban sintiendo más orgullosos de ella. Las imágenes que nos han ido llegando estos meses dan fe de que es una joven desenvuelta, espontánea y popular, que se esfuerza al máximo, saca pecho en los ejercicios y no se queda atrás.
La hemos visto fusil al hombro, arrastrándose por el suelo y ganando medallas, porque también se le da bien la esgrima, el voleibol y parece que, ahora, también la hípica. Un deporte que le costó al principio, pero en el que ha ido mejorando mucho.
“La cadete Borbón Ortiz disfruta de todo en la medida de lo posible, tiene una gran capacidad de adaptación y una positividad contagiosa, porque siempre ve el vaso medio lleno y saca el lado bueno de todo. Es una joven muy equilibrada, que está serena, tranquila y satisfecha”, nos dice una fuente del Ejército de Tierra.
‘No va de nada y se hace querer’
Las palabras “compañerismo”, “disciplina”, “jerarquía” y “valores” siempre han estado en su vida desde niña en el colegio, en la Zarzuela y en Gales, pero ha sido en estos seis meses cuando ha alcanzado a ver lo que significa contar de verdad con la persona que está al lado. Según nos cuenta la misma fuente militar, la princesa “no va de nada y se hace querer. No se queja nunca, disfruta, sufre y pasa por lo mismo que sus compañeros de batalla, anima en el mal momento y se muestra vulnerable cuando toca, porque también necesita sentirse arropada”.
Se está sacando el carné de conducir, que es obligatorio, y este verano seguramente la veremos por la isla de Mallorca conduciendo su primer coche
Leonor tiene una magnífica relación con sus compañeros de promoción, le gusta el ambiente de camaradería y se ha hecho su pandilla. Nunca ha habido en su vida tantos abrazos de satisfacción y alegría de reto superado. Y, seguramente, nunca se sintió tan libre. Leonor es seriedad y responsabilidad, pero también una chica joven que fue educada “para vivir con el entusiasmo propio de mi edad”.
“Lo que se ve es lo que es”, nos dice una persona muy cercana a Felipe VI. “Fue educada en nuestro deber, función y a lo que estamos comprometidos, y nunca se cuestionó su papel”. “Está dispuesta a sacrificarse al máximo y le está siendo muy útil lo que está viviendo y aprendiendo, porque la formación castrense inculca enseñanzas que no vas a encontrar en ningún otro lugar”. “La academia —añade— está creando unos vínculos de solidaridad, igualdad y compañerismo que son muy difíciles de ver y, además, sigue siendo una alumna brillante entre compañeros con notas altísimas”.
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