Muy cerca de Nápoles entre Sorrento y Salerno, se sitúa lo que se conoce con el nombre de Costa Amalfitana, un pedazo de paraíso a orillas del Mediterráneo (declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1997) que durante años sirvió de refugio a artistas, aristócratas y millonarios de medio mundo. Amalfi (una de las primeras repúblicas marineras de Italia, y por esta razón un importante centro comercial y cultural durante la Edad Media), Ravello (típico pueblo pesquero aupado entre riscos) o Positano (un pequeño pueblecito de algo más de tres mil habitantes, con las casitas de su casco antiguo de colores arracimadas en torno a pequeñas colinas que van a morir a las tranquilas y transparentes aguas mediterráneas) son las localidades más conocidas de la bella Costeira o “Costa de las sirenas” (nombre con el que también se conoce a la costa amalfitana).
Todas ellas todavía evocan los años de la ‘dolce vita’, durante los años 50, cuando Humphrey Bogart, Greta Garbo, Picasso, Sofía Loren, Franco Zefirelli, Liz Tylor, Richard Burton, Rudolf Nureyev o Steinbeck, entre otros muchos, encontraron aquí un lugar donde disfrutar del ‘dolce far niente’.
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