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La piscina, un lugar para relajarse al sol.
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Toda la arquitectura del recinto, con patios, piscinas y jardines privados al aire libre, sus espaciosas habitaciones y cuartos de baño con los más exquisitos detalles y comodidades, así como su decoración, compuesta por arcos lobulados, delicados motivos cerámicos tradicionales de la zona o bellísimas alfombras y kilims que cubren suelos y paredes evocan el refinamiento de la cultura marroquí. Por esto, en más de una ocasión, habrá quien se sienta transportado (sobre todo, si el viajero es de origen español) a la esplendorosa época que se debió vivir en la Córdoba de los califas o en el palacio de la Alhambra de Granada. Pero si a los lujos de las habitaciones unimos que el hotel cuenta con dos restaurantes, uno internacional y otro especializado en comida tradicional marroquí, baño turco con posibilidad de recibir un relajante masaje, biblioteca, campo de golf, gimnasio, boutique, salón de belleza... ¿no es para sentirse en un auténtico paraíso?
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