Viajes

Castilla-León

Ruta por los viñedos de la Ribera del Duero

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Magnífico paisaje de las choperas en otoño en Aranda de Duero (Burgos).


Castillo de Peñafiel, en lo alto de una imponente peña.


A poco menos de hora y media hora de Madrid, existe un camino donde el sosiego lo embarga todo. El tiempo parece no pasar, y la única preocupación del viajero es deleitarse en la contemplación del paisaje. La senda la marca el Duero, así ha sido desde los albores de las primeras civilizaciones asentadas en su regazo y así transcurre la carretera N-122, paralela al caudal, como no podría ser de otra forma. A ambas márgenes del río hileras de vides, perfectamente alineadas como afluentes del curso fluvial, entrelazan entre sus ramas de planta enredadera, la historia, la naturaleza, la gastronomía, el arte y la cultura de toda una zona, de un modo que sólo el enoturismo nos permite descubrir.

Como punto de partida, nos decantamos por San Esteban de Gormaz, por su tradición vinícola, de la que son fiel reflejo sus zarceras y bodegas subterráneas, características de toda la comarca. Por aquí el gran Durius, nombre con el que bautizaron los romanos al río Duero, surca generoso, colmando sus sedientos campos con el bien del agua, tan escasa y necesaria en tierras castellanas. En su casco antiguo se engarzan las iglesias de San Miguel y de Santa María del Rivero, claros exponentes del mejor arte románico. En esta localidad podremos visitar las Bodegas Gormaz Sociedad Cooperativa.

Desviándonos un poco hacia el norte, tendremos la prueba de cómo esta comarca estuvo ligada al vino desde hace más de 2000 años. Así lo demuestran los mosaicos romanos de Baños de Valdearados, nombre que recibe de las antiguas termas. En esta localidad se encuentra la única fábrica de toneles para vino de toda la Denominación de Origen, tradición artesanal transmitida de generación en generación para la buena conservación de tan excelentes caldos.

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