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Mapa de situación.
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Detalle del pórtico de Santa María de los Reyes.
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Plan de ruta.
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Volcada en el culto al vino, arropada por viñedos primorosamente cultivados, esta villa encierra un buen puñado de atractivos: nobles edificios de piedras centenarias, un magnífico pórtico digno de una catedral (el de la iglesia de Santa María de los Reyes) y, sobre todo, infinidad de bodegas, que abren sus puertas para enseñar los secretos de la elaboración de sus mejores caldos.
Es la capital de la llamada Rioja alavesa, un enclave vasco que, desbordando la sierra de Cantabria, se adentra en esa cubeta prehistórica colonizada por las viñas que es La Rioja. Laguardia, aupada sobre un altozano, rodeada de murallas y arropada por viñedos y huertos minuciosamente cultivados, parece una estampa toscana. En su casco histórico, nobles casonas de piedra se acoplan en angostas callejas que ascienden hacia la iglesia de Santa María de los Reyes, con un pórtico policromado que valdría para una catedral.
Pero no son los monumentos artísticos lo que atrae a Laguardia más peregrinos: son, sobre todo, sus bodegas, que pueden visitarse religiosamente como si de iglesias o museos se tratara. Además, al pie de Laguardia, el yacimiento-museo de La Hoya resulta una suerte de prólogo iniciático para que el viajero se aventure en una apasionante ruta megalítica de dólmenes prehistóricos.
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